Satanás es el líder de los demonios y dirigió su rebelión contra Dios; ahora los lidera en la propagación del mal en el mundo.
Según las Escrituras, Satanás era particularmente poderoso y un ángel de alto rango que encabezó la rebelión de un tercio de las huestes angélicas contra Dios (Ef 2:2; Ap 12:1–12).
Satanás es una palabra hebrea que significa “adversario” (שָׂטָן).
La Biblia también se refiere a Satanás como:
“el diablo” (Mt 4:1, 5, Lc 4:2, 3; Ef 6:11), “la serpiente” (Gn 3:1; 2 Cor 11:3; Ap 20:2), “el gran dragón” (Ap 12:9; cf. Ap 20:2), “el príncipe de la potestad del aire” (Ef 2:2), “el dios de este siglo” (2 Cor 4:4), “el maligno” (Mt 13:19, 38; Jn 17:15; Ef 6:16), “el príncipe de los demonios” (Mt 9:34; 12:24; Mc 3:22; Lc 11:15), “el acusador” (Ap 12:10) y “el tentador” (Mt 4:3; 1 Tes 3:5).
Al igual que los otros ángeles y demonios, Satanás es un ser invisible que es muy inteligente y muy poderoso.

Satanás fue responsable de tentar a Eva en el jardín
Satanás fue responsable de tentar a Eva en el jardín y de hacer que los primeros padres de la humanidad pecaran. Aunque Génesis nunca identifica explícitamente a la serpiente como Satanás, posteriormente las Escrituras identifican a la “serpiente antigua” como “Satanás” (Ap 12:9; 20:2).
Desde su rebelión inicial, Satanás ha continuado trabajando contra los propósitos justos y salvadores de Dios en el mundo. Se opone activamente a la propagación del evangelio cegando a los incrédulos a su verdad (2 Cor 4:4), persiguiendo a la iglesia (2 Cor 12:7; 1 Tes 2:17–18; Ap 2:10), y promoviendo la falsa doctrina (Jn 8:44; cf. 1 Tim 4:1) Satanás busca activamente incitar a los cristianos para que caigan en pecado y está tratando constantemente de atraparlos en la injusticia (2 Cor 11:3). Satanás también es un acusador, poniendo en duda la fe de los cristianos delante de Dios y acusándolos de pecado (Job 1:9–11, Ap 12:10).
Como ser creado, Satanás, aunque poderoso, no es igual a Dios.
Más bien, como sucede con los demás demonios, está totalmente sujeto a la voluntad soberana de Dios (Job 1:6–12; 2:1–10). Juan Wesley representa gran parte de la tradición cristiana cuando dice:
“Parece extraño que Dios le haya dado a Satanás un permiso como este. Pero lo hizo para su propia gloria, para el honor de Job, para la explicación de la providencia y el aliento de su pueblo afligido en todos los tiempos”.
A su regreso, Cristo derrotará completamente a Satanás y a los demonios y los arrojará en el lago de fuego (Mt 8:29; 25:41; Ap 20:10).
Pasajes Bíblicos
Gn 3:1–15; Job 1:6–12; Job 2:1–10; Ap 12:1–12; Mt 4:1–11; 1 P 5:8–9; 1 Jn 3:8; Jn 8:44; Job 1:6–12; 1 Co 7:5; Hch 5:3; Ap 20:1–6
Versículos adicionales
Ap 12:10; Gn 3:1; Jn 8:44; 1 Jn 3:8
Demonios
Los demonios son ángeles caídos que se han rebelado contra Dios y continúan propagando el mal en el mundo.
La Escritura apunta que los demonios fueron una vez ángeles que se rebelaron contra Dios y siguieron a Satanás en su desobediencia y pecado (Ap 12:1–12).
Al igual que los ángeles, los demonios son seres inteligentes que poseen un gran poder. Si bien los demonios son espíritus malignos invisibles para los humanos, a veces aparecen en las Escrituras poseyendo a seres humanos y hablando a través de ellos (Lc 4: 31–37).
Sus principales actividades en el mundo son participar en la guerra cósmica con los ángeles (Dn 10:13; Ap 12:1–12), tentar a la gente para que peque (Ef 6:11) y engañar al mundo con mentiras que ciegan a las personas a la verdad espiritual (1 Tim 4:1).
La Biblia también habla de demonios que agreden físicamente a las personas e incluso toman posesión de ciertos individuos para hacer su voluntad (Marcos 5:1–20).
Como en el caso de los ángeles, se desconoce el número exacto de demonios. Las Escrituras parece sugerir que el número total de ángeles excede al número total de demonios, ya que en Apocalipsis 12:4 tan sólo un tercio de los ángeles siguió la rebelión de Satanás, aunque algunos intérpretes creen que este pasaje es un símbolo de la guerra cósmica y no debe pretenderse extraer de él detalles concretos.
Aunque los demonios siguen a Satanás, en última instancia todavía están sujetos a la voluntad soberana de Dios (Job 1:6–12; 2:1–10; Marcos 5:1–20). En su soberanía, Dios utiliza a los demonios para llevar a cabo sus propósitos buenos y santos en el mundo.
Los demonios también aparecen en momentos significativos en la historia de la redención. Concretamente, Jesús se encontró con varios demonios, lo que podría indicar que se mostraban muy activos en su oposición al ministerio encarnado de Cristo.
En última instancia, con el regreso de Cristo, los demonios serán arrojados al lago de fuego y padecerán la ira de Dios para toda la eternidad por su rebelión contra él (Mt 8:29; 25:41; Ap 20:10).
Pasajes Bíblicos
1 Ti 4:1–3; Ap 12:1–12; Mr 5:1–20; Ef 6:11–16; Lc 4:33–41; 1 Re 22:19–23; Dn 10:10–14; 2 P 2:4; Jud 1:6; Mt 25:41; Dt 32:17; Mt 12:45; 1 Sm 16:14–16