LA EPÍSTOLA DE JUDAS [ Judas 1–25]

LA EPÍSTOLA DE JUDAS
Tabla de contenidos

La Epístola de Judas no ha tenido muy buena prensa. A pesar de sus hermosas palabras de ánimo y su gloriosa doxología, es poco estudiada en las iglesias, poco conocida por los creyentes y poco apreciada por algunos comentaristas.

Las razones de su mala prensa son varias, pero de entre ellas destacan tres. Si las estudiamos ahora, no es porque compartamos la opinión negativa que vierten sobre la Epístola, sino porque sirven para introducirnos en el ambiente del texto y, así, prepararnos para recibir sus enseñanzas.

«Una secuencia de denuncias»

En primer lugar, una lectura somera del texto nos causa la impresión de que la Epístola de Judas se compone de un largo rosario de denuncias expresadas en un lenguaje vehemente, severo y exaltado, y que, por lo tanto, se trata de un escrito negativo y poco edificante.

La estructura de la Epístola —sencilla y simétrica— es aproximadamente la siguiente.

  1. Salutación (vs. judas 1–2).
  2. Exhortación a la perseverancia (v.Judas 3).
  3. Denuncia de los falsos maestros, su actividad y su juicio (vs. Judas 4–19).
  4. Exhortaciones a la perseverancia (vs. Judas 20–23).
  5. Doxología (vs. judas 24–25).

Efectivamente, pues, el grueso de la Epístola de judas (vs. 4–19) consiste en fuertes palabras condenatorias de los falsos maestros y sus doctrinas.

Sin embargo, a esto en seguida debemos añadir algunas matizaciones. En primer lugar, la sección central, aunque es la más extensa, quizás no contenga la esencia de lo que Judas quiere comunicar a sus lectores. Más bien sirve de fundamento para las exhortaciones finales, las cuales revelan el corazón y la preocupación principal del autor. A veces ocurre que sólo vemos la necesidad de una intervención médica después de una larga explicación de la seriedad de nuestra enfermedad. El médico puede tardar veinte minutos en explicarnos las razones para un tratamiento determinado y sólo dos minutos en explicar el tratamiento en sí; pero éste último es la esencia de su comunicación. Así, la fuerza de las exhortaciones positivas de los versículos finales de Judas sólo llega a hacer impacto cuando entendemos la extrema seriedad del peligro denunciado en la sección central.

Por otra parte, no es del todo exacto decir que la sección central consiste sólo en denuncias. Antes bien, se trata de la demostración, mediante ejemplos procedentes de varias fuentes —el Antiguo Testamento, ciertos textos apócrifos y las enseñanzas de los apóstoles—, de que el libertinaje de los falsos maestros no es más que lo que los santos de Dios habían profetizado de antemano. El texto no va dirigido a los propios falsos maestros, sino a creyentes que están en peligro de dejarse engañar por sus enseñanzas. Más que una pesada denuncia, es una necesaria advertencia y, además, una advertencia a la que la Iglesia de Jesucristo necesita prestar atención siempre.

Judas mismo define el propósito de su carta en términos altamente positivos: la ha escrito para exhortaros a que contendáis ardientemente por la fe (v. 3). En esto consiste su intención principal: llamar a sus lectores a las armas en la defensa de la verdad revelada de Dios. El evangelio está en peligro y debe ser defendido.

Tal llamada es necesaria en cada generación, pues el maligno siempre está presto a infiltrar en las iglesias sucedáneos de la verdad. La generación que descuida el mensaje de Judas está en peligro de sucumbir ante los ataques de Satanás.

Mientras los hombres necesiten una severa reprensión a causa de sus prácticas, la Epístola de Judas tendrá relevancia. Su olvido es más una evidencia de la superficialidad de la generación que la desatiende, que de la falta de relevancia de su ardiente mensaje.

«La hermana menor de la Segunda Epístola de Pedro»

En segundo lugar, la Epístola de Judas ha vivido siempre bajo la sombra de 2 Pedro. Las dos epístolas confrontan la misma clase de situación y se dirigen contra la misma clase de falsa enseñanza. Pero, más aún, las dos son similares hasta en el lenguaje, el argumento, las ilustraciones bíblicas, las metáforas y la secuencia de ideas:

De los 25 versículos de Judas, nada menos que 15 aparecen, enteros o en parte, en 2 Pedro. Además, muchas de estas ideas, palabras o frases idénticas aparecen en paralelo en los dos escritos, lo cual establece sin posibilidad de duda el hecho de que deba existir entre ellos algún tipo de parentesco literario.

Puesto que 2 Pedro es una epístola más extensa y con mayor riqueza de contenido doctrinal, la de Judas ha llevado las de perder en la comparación y ha sido tratada como si fuera un escrito inferior, una mera copia de ciertas secciones de 2 Pedro.

Sin embargo, una comparación cuidadosa de los dos textos demuestra que tales conclusiones no son procedentes. Veamos, pues, los principales puntos de comparación entre las dos epístolas. En los textos tabulados a continuación, la columna de la izquierda contiene Judas 4–19 sin omisión alguna, mientras la de la derecha contiene aquellos versículos de 2 Pedro que repiten las mismas ideas que Judas:

Comparación cuidadosa de los dos textos

JUDAS

2 PEDRO

      4.   Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo.

   2:1.   … habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró…

      5.   Ahora quiero recordaros, aunque ya definitivamente lo sepáis todo, que el Señor, habiendo salvado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó después a los que no creyeron.

 

      6.   Y a los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas, bajo tinieblas para el juicio del gran día.

   2:4.   Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio…

      7.   Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas, a semejanza de aquellos, puesto que ellas se corrompieron y siguieron carne extraña, son exhibidas como ejemplo al sufrír el castigo del fuego eterno.

   2:6.   … condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas de ejemplo para los que habrían de vivir impíamente…

      8.   No obstante, de la misma manera también estos hombres, soñando, mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades angélicas.

2:10.   … los que siguen la carne en sus deseos corrompidos y desprecian la autoridad. Atrevidos y obstinados, no tiemblan cuando blasfeman a majestades angélicas,

      9.   Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.

2:11.   cuando los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio injurioso contra ellos delante del Señor.

    10.   Mas éstos blasfeman las cosas que no entienden, y las cosas que como animales irracionales conocen por instinto, por estas cosas son ellos destruidos.

2:12.   Pero éstos, como animales irracionales, nacidos como criaturas de instinto para ser capturados y destruidos, blasfemando de lo que ignoran, serán también destruidos con la destrucción de esas criaturas.

    11.   ¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y por lucro se lanzaron al error de Balaam, y perecieron en la rebelión de Coré.

2:15.   Abandonando el camino recto, se han extraviado, siguiendo el camino de Balaam, el hijo de Beor…

    12.   Estos son escollos ocultos en vuestros ágapes, cuando banquetean con vosotros sin temor, apacentándose a sí mismos;

2:13.   … son manchas e inmundicias, deleitándose en sus engaños mientras banquetean con vosotros…

son nubes sin agua, llevadas por los vientos, árboles de otoño sin fruto, dos veces muertos y desarraigados;

2:17.   Estos son manantiales sin agua, bruma impulsada por una tormenta…

    13.   son olas furiosas del mar, que arrojan como espuma su propia vergüenza; estrellas errantes para quienes la oscuridad de las tinieblas ha sido reservada para siempre.

 

    14.   De éstos también profetizó Enoc, en la séptima generación desde Adán, diciendo: He aquí, el Señor vino con muchos millares de sus santos,

 

    15.   para ejecutar juicio sobre todos, y para condenar a todos los impíos de todas sus obras de impiedad, que han hecho impíamente, y de todas las cosas ofensivas que pecadores impíos dijeron contra él.

 

    16.   Estos son murmuradores, quejumbrosos, que andan tras sus propias pasiones; hablan con arrogancia, adulando a la gente para obtener beneficio.

2:18.   Hablando con arrogancia y vanidad, seducen mediante deseos carnales…

    17.   Pero vosotros, amados, acordaos de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo,

   3:2.   … para que recordéis las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por vuestros apóstoles.

    18.   quienes os decían: En los últimos tiempos habrá burladores que irán tras sus propias pasiones impías.

   3:3.   Ante todo, sabed esto: que en los últimos días vendrán burladores… siguiendo sus propias pasiones…

    19.   Estos son los que causan divisiones; individuos mundanos que no tienen el Espíritu.

 

   Una comparación de estos dos textos pone de manifiesto varias cosas.

                                                                                                                                               LA EPÍSTOLA DE JUDAS

LA EPÍSTOLA DE JUDAS.

Para empezar, aunque la secuencia de ideas es similar y en algunas ocasiones se emplea el mismo vocablo, el lenguaje de los dos es, en general, muy diferente. Cada autor se expresa en su propio estilo lingüístico. Ninguno copia textualmente al otro. Judas 4, por ejemplo, es mucho más extenso que 2 Pedro 2:1, Judas 9 narra un incidente específico, mientras 2 Pedro 2:11 constata el mismo principio mediante ideas más generalizadas. Judas 11 o Judas 12–13 utilizan varias ilustraciones procedentes de la Biblia o de la naturaleza, pero en cada caso el texto de Pedro se limita a una sola ilustración. Los dos escritos nos sorprenden tanto por la similitud de su contenido como por las notables diferencias en su redacción.

Luego, es de observar que los dos autores han «intercalado» amplias secciones no reflejadas en el escrito del otro. Se ve en seguida que no hay paralelos en Pedro de los versículos 5, 13, 14, 15 y 19 de Judas. Pero las intercalaciones son aun mayores en Pedro: cada vez que hay puntos suspensivos […] en el texto citado, quiere decir que en Pedro hay ideas adicionales. No se trata, pues, de que uno de los dos haya copiado servilmente al otro. Aunque hay imitación, también hay independencia. Tanto es así, que muchos creyentes fieles que han leído las dos epístolas en diversas ocasiones no se han percatado del paralelismo de los dos textos. Cada autor ha hecho plenamente suyas las ideas comunes, las ha expresado con su propio estilo literario y las ha insertado en un marco diferente.

La cuestión de quién imitó a quién, o de si los dos disponían de un documento preparado por una tercera persona o seguían una tradición oral, seguirá ocupando a los expertos durante muchas décadas más; pero, en cualquier caso, hay suficientes diferencias entre los dos textos como para vindicar la presencia de ambos en la Palabra de Dios, ¡y para hacer necesario su estudio! A todas luces, aun en el caso de que fuera Judas el que tomara prestadas ideas ya plasmadas por Pedro, su texto es mucho más que un mero resumen de 2 Pedro 2 y 3.

«Una respuesta conservadora al gnosticismo»

Ha sido un tópico en círculos liberales sostener que los falsos maestros denunciados en la Epístola de Judas son gnósticos y, en consecuencia, que la Epístola tiene que haber sido escrita en el siglo II por algún sector conservador —incluso reaccionario— de la Iglesia. Sin embargo, estas ideas, lejos de haber sido claramente demostradas, son altamente cuestionables.

Por una parte, no hay suficientes evidencias en el texto como para poder asegurar que va dirigida contra el gnosticismo. La información en la propia epístola es inconclusa. Las grandes doctrinas gnósticas del siglo II —sobre todo el dualismo cosmológico del bien y del mal, la existencia de un demiurgo (creador del mundo distinto del Dios verdadero) o la negación de la resurrección del cuerpo— no están explícitamente presentes en ella. Y los males que Judas denuncia en los apóstatas —que son unos infiltrados, impíos y libertinos— son de un orden demasiado generalizado como para establecer su origen gnóstico: No tienes que ser gnóstico para tener visiones, vivir una vida licenciosa y profanar los ágapes. Además, a Judas le preocupa más la influencia nociva de la ética de los maestros, que la de sus doctrinas teóricas. Casi la única doctrina específica de los apóstatas mencionada en la Epístola es su negación del señorío soberano de Jesucristo (v.Judas 4). En cambio, su énfasis recae sobre el hecho de que son personas que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje (v. Judas 4); aun el apóstol Pablo conocía a personas así (Romanos 3:8; 6:1–2, 15). Cabe la posibilidad, pues, de que se trate de un gnosticismo incipiente; pero también es posible que no.

Por otra parte, aun en el caso de poder demostrar una vinculación con el gnosticismo, esto no nos conduciría necesariamente a una fecha tardía. Las Epístolas de Juan —o incluso las dos Epístolas a los Corintios— son suficientes como para demostrar que algunas de las semillas del gnosticismo ya estaban presentes en el siglo I. Las supuestas evidencias internas de una fecha tardía —la impresión de que las doctrinas de la fe ya están bien definidas y establecidas en las iglesias (v. Judas 3), y de que las palabras apostólicas ya pertenecen al pasado (v. 17)— no son tan concluyentes como algunos parecen pensar. La «fe» estaba ya bien definida en la década de los 50: en Romanos 6:17, Pablo puede hablar de la forma de doctrina a la que fuisteis entregados, y en 2 Tesalonicenses habla de las doctrinas que os fueron enseñadas (2:15) y de la doctrina que recibisteis (3:6), frases que tienen aproximadamente el mismo valor que la fe que de una vez para siempre fue dada a los santos. Por otra parte, el lenguaje del versículo 17, si bien podría significar que la era apostólica estaba ya en vías de desaparecer, no exige una interpretación tan drástica: el autor está diciendo sencillamente que lo que los apóstoles habían dicho acerca de los falsos maestros se está cumpliendo. La palabra profética de los apóstoles es cosa del pasado, pero no necesariamente los apóstoles mismos.

En realidad, buscamos en vano una pista segura para establecer la fecha de redacción de la Epístola. Puede proceder de finales de la era apostólica, pero no necesariamente. Tenemos que confesar nuestra ignorancia tanto en cuanto a su fecha, como en cuanto a su destino, como también en cuanto al carácter exacto de la herejía que denuncia, pues no hay suficientes evidencias en el texto como para determinar estos datos con seguridad. En cuanto a esta clase de datos, la Epístola de Judas provoca más preguntas que respuestas. Tendremos que suponer, pues, que las lecciones que el Espíritu Santo quiere enseñarnos a través de su texto están al margen de un conocimiento firme de las circunstancias en las cuales fue escrito.

Lo que sí queda claro es que, lejos de ser un folleto antignóstico redactado por un sector reaccionario de la iglesia post-apostólica, la Epístola de Judas refleja fielmente la defensa apostólica de la fe contra una de las diversas formas de libertinaje a la que tuvo que enfrentarse en el siglo I:

Judas no es un defensivo tratado católico del siglo II, sino una apasionada defensa de la fe y vida judeo-cristianas dirigida a creyentes que vivían en medio de una sociedad pagana, pluralista y permisiva. Y en esto reside su gran valor para los cristianos del mundo entero en nuestros días.

Éstas, pues, son algunas de las razones por las cuales diferentes grupos de personas han tendido a «marginar» la Epístola de Judas. Pero, antes de dejar estas consideraciones, haríamos bien en preguntarnos si no puede existir una razón más subjetiva: la de que al pueblo de Dios no le gusta la reprensión y la advertencia.

Al igual que Santiago, pareciera que Judas ha sido intencionalmente silenciada por aquellos «infiltrados» en las congregaciones, a quienes su palabra suena demasiado cáustica. Es verdad que la denuncia de Judas es muy directa, y también es verdad que a lo largo de los siglos siempre ha habido falsos maestros que han predicado falsas doctrinas o asumido actitudes no cristianas desde dentro de las iglesias, y a quienes la palabra de Judas les ha resultado molesta. Quizás ellos mismos hayan sido los primeros responsables de que esta epístola quedara relegada a un olvido negligente.

Por lo tanto, antes de entrar en el estudio del texto nos conviene hacer un pequeño auto-examen para ver si nuestro corazón está dispuesto a recibir la palabra de Judas, o si contiene actitudes que puedan impedir la implantación en nosotros de su mensaje.

LA EPÍSTOLA DE JUDAS

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