EL MILENIO APOCALIPSIS: TRES POSTURAS [+3]

EL MILENIO: TRES POSTURAS DISTINTAS
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¿Qué es el milenio en Apocalipsis?

La palabra milenio significa «mil años» (del lat. millenium, «mil años»).

El término viene de Apocalipsis 20:4–5, donde dice que ciertos individuos «volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años … Los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años«. 

Justo antes de esta afirmación, leemos que un ángel descendió del cielo y sujetó al diablo «y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años (Ap 20:2–3).

Los Mil Años

Apocalipsis 20:1-3

Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

A lo largo de la historia de la iglesia ha habido tres puntos de vista principales sobre el momento y la naturaleza de este «milenio».

Pero, cómo respondemos a las siguientes preguntas según estas tres posturas.

  • ¿Qué es el reino milenial?
  • ¿Cuándo comienza el milenio?
  • ¿Qué pasa después del milenio según la Biblia?

Explicación de los Tres Puntos de Vista Principales

Amilenarismo

El primer punto de vista que se explica aquí, amilenarismo, es realmente simple. De acuerdo con esta posición el pasaje de Apocalipsis 20:1–10 describe la presente era de la iglesia. 

Esta es una era en la que la influencia de Satanás sobre las naciones ha sido reducida bastante de manera que se pudiera predicar en todo el mundo el evangelio. Aquello que se dice que reinaban con Cristo durante los mil años son cristianos que han muerto y ya reinan con Cristo en el cielo. 

Cristo reina en el milenio, de acuerdo con este punto de vista, no es un reino corporal aquí sobre la tierra sino el reino celestial del cual habló cuando dijo: «Se me ha dado autoridad en el cielo y en la tierra» (Mt 28:18).

Este punto de vista se llama «amilenario» porque mantiene que no hay futuro milenio por venir. Como los amilenarios creen que Apocalipsis 20 se cumple ahora en la era de la iglesia, sostienen que el «milenio» que se describe ahí tiene lugar actualmente. La duración exacta de la era de la iglesia no puede conocerse, y la expresión «mil años» es simplemente una expresión por un largo período de tiempo en el que se cumplirán los propósitos perfectos de Dios.

De acuerdo con esta posición, la presente era de la iglesia continuará hasta el momento del regreso de Cristo (vea figura 55.1). Cuando Cristo vuelva, habrá una resurrección tanto de creyentes como de incrédulos. Se levantarán los cuerpos de los creyentes para que se reúnan con sus espíritus y entren al pleno gozo del cielo para siempre. 

Se levantará a los incrédulos para enfrentar el juicio final y la eterna condenación. Los creyentes también se levantarán ante el trono del juicio de Cristo (2 Co 5:10), pero este juicio solo determinará grados de recompensa en el cielo, porque solo los incrédulos serán condenados eternamente. En este momento también comenzarán los nuevos cielos y la nueva tierra.

Inmediatamente después del juicio final, comenzará el estado de eternidad y continuará para siempre.

Este esquema es bastante simple todo lo del final de los tiempos ocurre de una vez, inmediatamente después del regreso de Cristo. Algunos amilienalistas dicen que Cristo podría regresar en cualquier momento, mientras otros (tales como Berkhof) argumentan que todavía deben cumplirse ciertas señales.

Posmilenarismo

El prefijo pos- significa «después». De acuerdo con este punto de vista, Cristo regresará después del milenio.

De acuerdo con este punto de vista, el progreso del evangelio y el crecimiento de la iglesia se incrementarán gradualmente, de manera que una proporción cada vez mayor de la población mundial será cristiana. 

Como resultado, habrá una influencia cristiana significativa sobre la sociedad, la sociedad funcionará cada vez más de acuerdo con las normas de Dios, y sobrevendrá gradualmente una «era milenaria» de paz y justicia sobre la tierra. 

Este «milenio» durará un largo período de tiempo (no necesariamente unos mil años literales), y por último, al final de este período, Cristo regresará a la tierra, se levantará a los creyentes y a los incrédulos, tendrá lugar el juicio final, y habrá un nuevo cielo y una nueva tierra. Entonces entraremos en el estado de eternidad.

La principal característica del posmilenarismo es su optimismo sobre el poder del evangelio para cambiar vidas y causar mucho bien en el mundo. La creencia en el posmilenarismo tiende a incrementarse en tiempos cuando la iglesia experimenta un gran avivamiento, cuando no hay guerra ni conflictos internacionales, y cuando parece que se hacen grandes progresos en vencer el mal y el sufrimiento en el mundo. Pero el posmilenarismo en su forma más responsable no se basa simplemente en la observación de los eventos en el mundo que nos rodea, sino en argumentos tomados de varios pasajes de la Escritura, los que se examinarán abajo.

Premilenarismo Clásico o Histórico

El prefijo «pre-» significa «antes», y la posición «premilenaria» dice que Cristo regresará antes del milenio.  Este punto de vista tiene una larga historia desde los primeros siglos en adelante.

De acuerdo con este punto de vista, la era de la iglesia actual continuará hasta que, al acercarse el fin, un tiempo de gran tribulación y sufrimiento sobrevenga sobre la tierra (La T en la figura de arriba simboliza tribulación). Tras ese tiempo de tribulación al final de la era de la iglesia, Cristo regresará a la tierra para establecer un reino milenario. Cuando él vuelva, los creyentes que hayan muerto se levantarán de los muertos, sus cuerpos se reunirán con sus espíritus, y reinarán con Cristo sobre la tierra durante mil años. (Algunos premilenarios interpretan esto como mil años literales, y otros lo consideran una expresión simbólica para un largo período de tiempo.) Durante este tiempo, Cristo estará físicamente presente sobre la tierra en su cuerpo resucitado, y gobernará como Rey sobre la tierra entera. Los creyentes que se hayan levantado de los muertos, y aquellos que estén enla tierra al regreso de Cristo, recibirán cuerpos de resurreción glorificados que nunca morirán, y en estos cuerpos resucitados vivirán sobre la tierra y reinarán con Cristo. 

De los incrédulos que permanecen sobre la tierra, muchos (pero no todos) se volverán a Cristo y se salvarán. Jesús reinará en perfecta justicia y habrá paz en toda la tierra. Muchos premilenarios sostienen que la tierra será restaurada y que de hecho veremos nuevos cielos y una nueva tierra en este momento (pero no es esencial para el premilenarismo atenerse a esto, porque se puede ser premilenario y sostener que los nuevos cielos y la nueva tierra no ocurrirán hasta después del juicio final). Al comienzo de este tiempo Satanás será encadenado y lanzado al abismo de manera que no tendrá influencia sobre la tierra durante el milenio (Ap 20:1–3).

De acuerdo con el punto de vista premilenario, al final de los mil años Satanás será liberado del abismo y aunará fuerzas con muchos incrédulos que se han sometido formalmente al reinado de Cristo pero que internamente han estado enfurecidos en rebelión contra él. Satanás reunirá esta gente rebelde para luchar contra Cristo, pero ellos serán decisivamente derrotados. Entonces Cristo levantará de los muertos a todos los creyentes que han muerto a través de la historia, y estos se presentarán ante él para el juicio final. Después que haya ocurrido el juicio final, los creyentes entrarán en el estado de eternidad.

Parece que el premilenarismo ha tendido a incrementar su popularidad cuando la iglesia ha experimentado persecución, y cuando el mal y el sufrimiento han crecido en la tierra. Pero, como en el caso del posmilenarismo, los argumentos de la posición premilenaria no se basan en la observación de los acontecimientos presentes, sino en pasajes específicos de la Escritura, especialmente (pero no exclusivamente) en Apocalipsis 20:1–10.

Premilenarismo Pretribulacionista (o Premilenarismo Dispensacional)

Otra variedad de premilenarismo ha ganado amplia popularidad en los siglos diecinueve y veinte, particularmente en el Reino Unido y en los Estados Unidos. De acuerdo con esta posición, Cristo volverá no solo antes del milenio (el regreso de Cristo es premilenario), sino también ocurrirá antes de la gran tribulación (el regreso de Cristo es pretribulacionalista). Esta posición es similar a la posición milenaria clásica mencionada arriba, pero con una diferencia importante: añadirá otro regreso de Cristo antes de su regreso para reinar sobre la tierra en el milenio. Este regreso de Cristo se piensa que será en secreto para sacar a los creyentes del mundo

De acuerdo con este punto de vista, la era de la iglesia continuará hasta que, súbita, inesperada y secretamente, Cristo regresará a medio camino de la tierra, y entonces llamará a los creyentes hacia sí mismo: «Los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire» (1 Ts 4:16–17). Entonces Cristo regresará al cielo con los creyentes que han sido arrebatados de la tierra. Cuando esto ocurra, habrá una gran tribulación sobre la tierra durante un período de siete años.

Durante este período de siete años de tribulación, muchas de las señales que se predijo que precederían el regreso de Cristo se cumplirán. La gran congregación de todo el pueblo judío tendrá lugar, al confiar en Cristo como su Mesías. En medio del gran sufrimiento también habrá mucha evangelización efectiva, llevado a cabo especialmente por los nuevos judíos cristianos. Y al final de la tribulación, Cristo volverá con sus santos para reinar sobre la tierra durante mil años. Tras este período milenario habrá una rebelión, que llevará a la derrota final de Satanás y de sus fuerzas, y entonces vendrá la resurrección de los incrédulos, el juicio final, y el comienzo del estado de eternidad.

Una característica adicional del premilenarismo pretribulacionalista debe mencionarse: Este punto de vista se encuentra casi exclusivamente entre los dispensacionalistas que desean mantener una clara distinción entre la Iglesia e Israel. Este punto de vista pretribulacionalista permite que la distinción se mantenga, pues la iglesia se saca del mundo antes de la conversión generalizada del pueblo judío. Por consiguiente, este pueblo judío se mantiene como un grupo distinto de la iglesia. 

Otra característica del premilenarismo pretribulacionalista es su insistencia en interpretar las profecías «literalmente donde sea posible». Esto se aplica especialmente a las profecías del Antiguo Testamento concernientes a Israel. Aquellos que sostienen este punto de vista argumentan que esas profecías de la futura bendición a Israel todavía se cumplirán entre el propio pueblo judío; no deben ser «espiritualizadas» buscando su cumplimiento en la iglesia. Por último, un rasgo atractivo del premilenarismo pretribulacionalista es que este insiste que el regreso de Cristo podría ocurrir «en cualquier momento» y por consiguiente hace justicia a toda la fuerza del pasaje que nos alienta a estar listos para el regreso de Cristo, mientras que permite un cumplimiento muy literal de las señales que precederán el regreso de Cristo, pues dice que ellas tendrán lugar en la tribulación.

Antes de examinar los argumentos a favor de estas tres (o cuatro) posiciones, es importante darse cuenta que la interpretación de los detalles de los pasajes proféticos relativos a eventos futuros a menudo es una tarea compleja y difícil que encierra muchas variables. Por lo tanto el grado de certidumbre que se atribuye a nuestras conclusiones en esta área será menor que el de muchas otras doctrinas. Aunque defienda una posición (el premilenarismo clásico), pienso que también es importante que los evangélicos reconozcan que esta área de estudio es compleja y sean condescendientes con otros que sostienen diferentes puntos de vista sobre el milenio y el período de la tribulación.

Una consideración de los argumentos a favor del amilenarismo

En favor del punto de vista amilenario se proponen estos argumentos:

  1. Los amilenarios dirán que cuando revisamos toda la Biblia solo un pasaje (Ap 20:1–6) parece enseñar un futuro gobierno milenario de Cristo sobre la tierra, y ese pasaje es oscuro en sí mismo. Es poco juicioso basar una doctrina principal como esa sobre un pasaje de interpretación ambigua y ampliamente disputada.
    ¿Pero cómo entienden los amilenarios Apocalipsis 20:1–6? La interpretación amilenaria ve este pasaje como que se refiere a la presente era de la iglesia. El pasaje se lee como sigue:

Vi además a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Sujetó al dragón, y a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años. Después habrá de ser soltado por algún tiempo.

Entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar. Vi también las almas de los que habían sido decapitados por causa del testimo nio de Jesús y por la palabra de Dios. No habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años. Ésta es la primera resurrección; los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años. Dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

De acuerdo con la interpretación amilenaria6 el encadenamiento de Satanás en los versículos 1–2 es la que el que ocurre durante el ministerio terrenal de Jesús. Éste habló de atar al hombre fuerte para poder robar su casa (Mt 12:29) y dijo que el Espíritu de Dios estaba en ese momento presente para triunfar sobre las fuerzas demoníacas: «Si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12:28). De manera similar, con respecto a la quiebra del poder de Satanás, Jesús dijo durante su ministerio: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10:18).

Los amilenarios argumentan que este encadenamiento de Satanás en Apocalipsis 20:1–3 tiene un propósito específico: «para que no engañara más a las naciones» (v. 3). Esto es exactamente lo que sucedió cuando vino Jesús y el evangelio comenzó a ser proclamado no solamente a los judíos sino, después del Pentecostés, a todas las naciones del mundo. De hecho, la actividad misionera mundial de la iglesia, y la presencia de la iglesia en la mayoría o todas las naciones del mundo, muestra que el poder que tenía Satanás en el Antiguo Testamento, para «engañar a las naciones» y mantenerlas en la oscuridad, ha sido quebrado.
Según el punto de vista amilenario la escena descrita en el versículo 4 ocurre en el cielo: Juan dijo: «Vi también las almas de los que habían sido decapitados por causa del testimonio de Jesús … Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años» (v. 4).

Se argumenta que como Juan ve almas y no cuerpos físicos, esta escena debe ocurrir en el cielo. Cuando el texto dice que «Volvieron a vivir» ello no significa que recibieron una resurrección corporal. Posiblemente signifique simplemente que «vivieron», pues el aoristo del verbo ezesan puede fácilmente interpretarse como un evento que ocurrió durante un largo período de tiempo. (El verbo que se traduce «reinaron» también es un indicativo de aoristo y se refiere a algo que ocurrió durante más de mil años, de manera que el verbo «vivieron» debe tener un significado similar.) Por otro lado, algunos intérpretes amilenares dirán que el verbo ezesan significa «volvieron a vivir» en el sentido de llegar a una existencia celestial en la presencia de Cristo y comenzar a reinar con él desde el cielo.

De acuerdo con este punto de vista, la frase «primera resurrección» (v. 5) se refiere a ir al cielo a estar con el Señor. Esta no es una resurrección corporal sino un arribar a la presencia de Dios en el cielo. De manera similar, cuando el versículo 5 dice: «los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años», se entiende que esto significa que no vinieron ante la presencia de Dios para juicio hasta el final de los mil años. De manera que en ambos versículos, 4 y 5, la frase «volver a vivir» significa «venir a la presencia de Dios». (Otro punto de vista amilenario de la «primera resurrección» es que esta se refiere a la resurrección de Cristo, y a la participación de los creyentes en la resurrección de Cristo a través de una unión con Cristo.)

  1. Un segundo argumento que se propone a menudo a favor del amilenarismo es el hecho que la Escritura enseña solo una resurrección, cuando se levantará tanto a los creyentes como a los incrédulos, no dos resurrecciones (una resurrección de los creyentes antes que comience el milenio, y una resurrección de los incrédulos para el juicio después del fin del milenio). Este es un argumento importante, pues el punto de vista premilenario requiere dos resurrecciones separadas, separadas por mil años. Una prueba a favor de una sola resurrección se encuentra en por lo menos tres pasajes. Jesús dice: «No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados» (Jn 5:28–29). Aquí Jesús habla de una sola «hora» cuando tanto los creyentes como los incrédulos muertos saldrán de las tumbas. De manera similar, cuando Pablo compareció ante Félix en juicio explica que él tiene una esperanza en Dios que sus acusadores judíos también aceptan: «que habrá una resurrección de los justos y los impíos» (Hch 24:15). Una vez más, él habla de una sola resurrección tanto de creyentes como de incrédulos. Por último, leemos en Daniel: «Y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetuas» (Dn 12:2).
  1. La idea de creyentes glorificados y pecadores viviendo juntos sobre la tierra es demasiado difícil de aceptar. Berkhof dice: «Es imposible comprender cómo una parte de la vieja tierra y de una humanidad pecadora van a poder existir junto a una parte de la nueva tierra y de una humanidad glorificada. ¿Cómo van a poder los santos perfectos en cuerpos glorificados tener comunión con pecadores en la carne? ¿Cómo van a poder pecadores glorificados vivir en esta atmósfera recargada de pecado y en medio de escenas de muerte y decadencia?»
  2. ¿Si Cristo viene en gloria a reinar sobre la tierra, ¿cómo van a poder las personas persistir en el pecado? Una vez que Jesús esté de hecho presente en su cuerpo resucitado y gobernando como Rey sobre la tierra, no parece muy poco probable que la gente todavía lo rechace, ¿y que el mal y la rebelión crezcan sobre la tierra hasta que eventualmente Satanás pueda reunir a las naciones para luchar contra Cristo?
  3. No parece existir un propósito convincente para un milenio como ese. Una vez que la era de la iglesia haya terminado y Cristo haya regresado, entonces ¿cuál es la razón para demorar el comienzo del estado de eternidad.
  4. En conclusión, los amilenarios dicen que la Escritura parece indicar que todos los grandes eventos aún por venir antes del estado de eternidad ocurrirán de una vez. Cristo regresará, habrá una resurrección de creyentes e incrédulos, el juicio final tendrá lugar, y se establecerá un nuevo cielo y una nueva tierra. Entonces entraremos inmediatamente en el estado de eternidad, sin ningún futuro milenio.
    En este punto podemos responder brevemente a estos argumentos amilenarios, aunque en algunos puntos se desarrollará una respuesta más completa en los argumentos del premilenarismo.

En respuesta a la objeción de que solo un pasaje habla de un futuro milenio terrenal, se pueden hacer varios comentarios:

  1. La Biblia solo necesita decir algo una vez a fin de que esto sea verdadero y algo en que debemos creer. La historia de la confusión de las lenguas en la torre de Babel, por ejemplo, solo se enseña en Génesis 11:1–9, pero creemos que ella es verdad porque la Escritura la enseña. De manera similar, si solo un pasaje habla de un futuro reino milenario de Cristo, debemos creerlo.
    Por otra parte, no sorprende que esta doctrina deba enseñarse con claridad en el libro de Apocalipsis. Hubo en parte una situación similar a fines de la era del Antiguo Testamento. En todo el Antiguo Testamento no hay una enseñanza explícita que asuma que el Mesías vendría dos veces, una como Mesías sufriente que moriría y se levantaría de nuevo, ganando nuestra salvación, y entonces más tarde como un Rey conquistador para gobernar sobre la tierra. La primera y segunda venida de Cristo puede que se sugiera en los profetas del Antiguo Testamento, pero no se enseña explícitamente en ningún lugar, porque Dios no estimó necesario revelar esa cantidad de detalles sobre su plan de redención antes de que ello ocurriera. De manera similar, en varios de los libros del Antiguo y el Nuevo Testamentos que conducen al tiempo en que se escribió el Apocalipsis, hay alusiones a un futuro milenio terrenal anterior al estado de eternidad, pero la enseñanza explícita sobre él se dejó hasta que Juan escribió el Apocalipsis. Como el Apocalipsis es el libro del Nuevo Testamento que enseña de manera más explícita sobre las cosas por venir, es apropiado que esta revelación más explicita del futuro milenio se coloque en este lugar de la Biblia.
  2. En respuesta a la alegación de que el pasaje que habla del milenio es oscuro, los premilenaristas responden que ellos no lo encuentran en absoluto oscuro. Aducen que una ventaja de la posición premilenaria es que interpreta Apocalipsis 20:1–6 en sentido estricto: El texto dice que Satanás será encadenado y lanzado al abismo por mil años, y los premilenarios dicen que viene un tiempo cuando Satanás será encadenado y lanzado al abismo por mil años. El texto habla de un reinado de Cristo de mil años, y los premilenarios esperan un futuro reinado de Cristo sobre la tierra de mil años. Este habla de aquellos que se levantan en la «primera resurrección», y los premilenarios dicen que habrá una primera resurrección de creyentes que son «dichosos y santos» (Ap 20:6) y de una segunda resurrección al final de los mil años para «los demás muertos» (v. 5). De acuerdo con los premilenarios, la «oscuridad» solo se cierne sobre el pasaje cuando un intérprete trata de encontrar en él algo distinto a esa interpretación estricta.
  3. Por último, muchos premilenarios arguyen que varios otros pasajes, especialmente en el Antiguo Testamento, requieren que creamos en período futuro mucho más prolongado que al era presente pero eso no llega al estado de eternidad (vea Sal 72:8–14; Is 11:2–9; 65:20; Zac 14:6–21: 1 Co 15:24’ Ap 2:27; 12:5; 19:15).10 Estos pasajes, dicen ellos, describen un período que se parece mucho al milenio según lo entienden.
  4. Con respecto a la interpretación de Apocalipsis 20:1–6, tal como la ofrecen los amilenarios, se presentan varias dificultades. Aunque Mateo 12:28–29 y Lucas 10:18 sí hablan de un «encadenamiento» de Satanás durante el ministerio terrenal de Jesús, el encadenamiento de Satanás descrito en Apocalipsis 20 parece ser mucho más prolongado que eso. El pasaje no dice simplemente que se encadena a Satanás en este momento, sino habla del «abismo» y dice que el ángel que bajó del cielo «lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida, para que no engañara más a las naciones hasta que se cumplieran los mil años» (Ap 20:2–3). Aquí se observa más que un mero encadenamiento o una restricción de actividad. Lo que se dice de lanzar a Satanás a un abismo, encerrarlo y tapar la salida ofrece una imagen de total remoción de su influencia sobre la tierra. Decir que Satanás está ahora en un abismo cerrado y sellado simplemente no se ajusta a la actual situación del mundo durante la era de la iglesia, en la que la actividad de Satanás es muy fuerte, en la que él «ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» (1 P 5:8), en la que puede llenar el corazón de alguien para mentirle «al Espíritu Santo» (Hch 5:3), y en la que los paganos ofrecen sacrificios a «los demonios, no a Dios» (1 Co 10:20).

Por otra parte, aún tras el encadenamiento de Satanás durante el ministerio de Jesús, sigue siendo verdad que «el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo» (2 Co 4:4). Por esto los cristianos todavía deben luchar no «contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales» (Ef 6:12). 

Esto es porque durante la era de la iglesia, aunque el evangelio es capaz de salir triunfante y quebrar las fuerzas de la oposición demoníaca a la expansión del reino de Dios, no obstante la influencia de Satanás no ha sido por completo removida del mundo: «El espíritu del anticristo … ahora ya está en el mundo» (1 Jn 4:3), y, de hecho: «Sabemos que somos hijos de Dios, y que el mundo entero está bajo el control del maligno» (1 Jn 5:19). Este tema que se repite en el Nuevo Testamento, el tema de la continua actividad de Satanás sobre la tierra a lo largo de la era de la iglesia, hace extremadamente difícil pensar que Satanás ha sido arrojado al abismo, y que ha sido encerrado y se le tapó la salida durante mil años. Esas imágenes solo pueden referirse a una total remoción de la activa influencia de Satanás sobre la tierra.

Pero qué puede decirse respecto al hecho de que los amilenarios dicen que el encadenamiento de Satanás en Apocalipsis 20 se dice que es «para que no engañara más a las naciones» (v. 3). ¿No significa eso simplemente que el evangelio puede ahora predicarse efectivamente entre las naciones? Mientras la frase puede significar eso, parece más consistente, con el uso de la palabra engañar (gr. planao), especialmente en Apocalipsis, decir que es un engaño que tiene lugar ahora durante toda la era de la iglesia y que termina solo cuando comience el milenio. A Satanás se le llama el que «engaña al mundo entero» (Ap 12:9), y se dice que las hechicerías de Babilonia han engañado «a todas las naciones» (Ap 18:23)11 Por lo tanto es más apropiado decir que Satanás todavía ahora engaña a las naciones, pero que al principio del milenio esta influencia engañosa será eliminada. Hubo un engaño aún mayor antes que Cristo viniera, pero todavía se mantiene un engaño significativo.

El hecho de que Juan viera «almas» en su visión no requiere situar la escena en el cielo. Como estas almas son personas que «han vuelto a vivir» en «la primera resurrección» debemos verlas como ‘gente que ha recibido cuerpos resucitados y que comenzaron a reinar sobre la tierra. Por otra parte, Apocalipsis 20:1 indica que la escena se centra en acontecimientos sobre la tierra, pues dice: «Vi además un ángel que bajaba del cielo. Pero si el ángel bajaba del cielo, entonces llevaba a cabo su actividad sobre la tierra, y la escena entera se sitúa sobre la tierra.

Algunos amilenarios argumentan que la frase «volvieron a vivir» se refiere a una venidera existencia celestial o a venir ante la presencia de Dios. Pero se debe preguntar: «¿Dónde el término griego zao («vivir») tiene alguna vez ese significado? No hay ejemplos de esa palabra en el Nuevo Testamento que tengan el sentido de «venir ante la presencia de Dios».

Además, la interpretación amilenaria de la frase «primera resurrección» no es convincente. La palabra resurrección (gr. Anastasio) nunca significa en parte alguna «ir al cielo» o «ir a la presencia de Dios», sino que más bien significa una resurrección corporal. Este es el sentido en el que los lectores del primer siglo habrían entendido la palabra. El otro punto de vista amilenario, que entiende «primera resurrección» como la resurrección de Cristo (y nuestra unión con él) no parece probable porque aquellos que «volvieron a vivir» son los que fueron «decapitados por causa del testimonio de Jesús» (v. 4), lo que sugiere una resurrección corporal después de la muerte.

  1. ¿Enseña la Escritura solo una resurrección, de manera que se levanten al mismo tiempo los creyentes y los incrédulos? Es difícil aceptar esto cuando nos damos cuenta que Apocalipsis 20 habla explícitamente sobre «la primera resurrección», lo que implica que también habrá una segunda resurrección. Hablando de aquellos que volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años, leemos: «Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; las segunda muerte no tiene potestad sobre éstos» (vv. 5–6). El pasaje distingue a aquellos que tienen parte en esta primera resurrección y son bienaventurados de los otros que no tienen parte en ella. Estos son «los demás muertos» y la implicación es que «la segunda muerte» (esto es, enfrentar el juicio final y ser condenados al eterno castigo lejos de la presencia de Dios) tiene potestad sobre ellos, y la experimentarán. Pero si este pasaje habla claramente de una primera resurrección, más el hecho de que los demás muertos volverán a vivir al final de los mil años, entonces hay una clara enseñanza aquí, en Apocalipsis 20, sobre dos resurrecciones separadas.

En cuanto a los otros pasajes que los amilenarios alegan apoyan el punto de vista de que hay solo una resurrección, debe decirse que esos pasajes no excluyen la idea de dos resurrecciones, sino que simplemente no especifican si las resurrecciones de los creyentes y los incrédulos estarán separadas en el tiempo. De hecho, la declaración de Jesús en Juan 5 apunta a la posibilidad de dos resurrecciones. Él dice que todos los que están en los sepulcros saldrán, «los que han hecho bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados» (Jn 5:28–29). De esta manera Jesús habla de hecho de dos resurrecciones diferentes.

En cuanto a Daniel 12:2, ello simplemente dice que aquellos que duermen en el polvo de la tierra despertarán, «algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetua», pero no especifica si esto ocurrirá simultáneamente o en momentos diferentes. Simplemente dice que los dos tipos de individuos se levantarán. Lo mismo es cierto para Hechos 24:15, donde Pablo dice que habrá «una resurrección de los justos y de los injustos». Esto afirma que ambos tipos de personas se levantarán de los muertos, pero no excluye la posibilidad que ello ocurra en diferentes momentos. Todos estos versículos, en la ausencia de Apocalipsis 20:5–6, pueden que hablen o no de un solo tiempo futuro de resurrección. Pero con la explícita enseñanza de Apocalipsis 20:5–6 sobre dos resurrecciones, estos versículos deben entenderse como que se refieren a la certidumbre futura de una resurrección para cada tipo de persona, sin especificar que esas resurrecciones estarán separadas en tiempo.

  1. La idea de creyentes glorificados y pecadores viviendo juntos sobre la tierra durante el milenio nos suena extraña ahora, pero ciertamente no es imposible para Dios llevar esto a cabo. Debemos comprender que Jesús vivió sobre la tierra con un cuerpo glorificado cuarenta días después de su resurrección, y aparentemente hubo muchos otros santos del Antiguo Testamento que también vivieron con cuerpos glorificados sobre la tierra durante ese tiempo (Mt 27:53). Será por cierto un tipo de situación mundial muy diferente y mucho más glorificadora para Dios que el mundo que existe ahora, pero no parece que estemos justificados para afirmar que Dios no podría o no daría lugar a ese estado de cosas. Ciertamente podría hacerlo, y varios pasajes parecen indicar que él también tiene la buena intención y el propósito de hacerlo.
  2. No es ciertamente imposible que una secreta y malvada rebelión pueda persistir sobre la tierra pese a la presencia corporal de Cristo gobernando como Rey. Debemos recordar que Judas vivió con Jesús en una estrecha relación durante tres años, y aun lo traicionó. Por otro lado, muchos fariseos vieron los milagros de Jesús, y hasta lo vieron levantar a gente de los muertos, y todavía no creían. De hecho, aun cuando los discípulos estuvieron en la presencia del Señor Jesús glorificado, leemos que «algunos dudaban» (Mt 28:17). Esa persistente incredulidad en la mera presencia de Cristo es difícil de comprender, pero tenemos que recordar que el propio Satanás cayó desde una posición exaltada en la presencia de Dios en el cielo.
    Cuando los amilenarios objetan que las personas no podrían persistir en el pecado en la presencia del reinado corporal de Cristo sobre la tierra, su posición no tiene en cuenta las profundas raíces y la naturaleza altamente irracional del pecado. También falla completamente al no considerar el hecho de que aun una «prueba sólida» y una «evidencia innegable» no pueden forzar una conversión genuina. El genuino arrepentimiento y la fe nacen de la obra del Espíritu Santo en el corazón de las personas que faculta y persuade. Tal es la naturaleza irracional del pecado que aquellos que «están muertos en transgresiones y pecados» persistirán a menudo en rebelión e incredulidad aun ante una abrumadora evidencia en contra.
    Esto no es decir que nadie se convertirá a Cristo durante el milenio. Sin duda millones de personas se volverán cristianas durante ese tiempo, y la influencia del reino de Cristo se impregnará en cada aspecto de toda sociedad en el mundo. Pero al mismo tiempo no es difícil comprender cómo el mal y la rebelión crecerán simultáneamente.
  3. Puede que Dios tenga varios propósitos en mente para un futuro milenio, todos los cuales pueden no estar claros ahora para nosotros. Pero un milenio como ese mostraría ciertamente la realización de los buenos propósitos de Dios en las estructuras de la sociedad, especialmente las estructuras de la familia y el gobierno civil. Durante la era de la iglesia, los buenos propósitos de Dios se ven principalmente en las vidas individuales y las bendiciones que reciben todos los que creen en Cristo. En cierta medida ahora (y en mayor medida en tiempos de avivamiento) esto afecta al gobierno civil y las instituciones educacionales y corporativas, y en mayor medida afecta a la familia. Pero en ninguna de estas estructuras se manifiestan los buenos propósitos de Dios en la extensión que podrían manifestarse, lo que muestra la gran sabiduría y benevolencia de Dios no solo en sus planes para los individuos sino también para las estructuras sociales. En el milenio todas estas estructuras societales comunicarán la belleza de la sabiduría de Dios para su gloria.

Por otra parte, el milenio vindicará aún más la justicia de Dios. El hecho de que algunos se mantengan en el pecado y la incredulidad mostrará que «el pecado—la rebelión contra Dios—no se debe a una sociedad impía o a un mal ambiente. Se debe a la pecaminosidad de los corazones humanos. De esa manera la justicia de Dios será completamente vindicada en el día del juicio final». Con Satanás encadenado por mil años, el hecho de que el pecado pueda persistir también mostrará que la culpa final del pecado no la tiene la influencia demoníaca en la vida de las personas sino la enraizada pecaminosidad en los corazones de las personas.

Tercero, en toda su amplitud la Biblia nos revela que es del agrado de Dios desplegar sus propósitos y revelar gradualmente más y más de su gloria con el tiempo. Desde el llamado de Abraham al nacimiento de Isaac, la jornada en Egipto y el éxodo, el establecimiento del pueblo en la tierra prometida, el reino davídico, y la monarquía dividida, el exilio y el regreso con la reconstrucción del templo, la preservación de un remanente fiel, y por último la venida de Jesús en la carne, los propósitos de Dios se ven como cada vez más gloriosos y maravillosos. Aun en la vida de Jesús la revelación progresiva de su gloria tomó treinta y tres años, y culminó en los últimos tres años de su vida. Entonces, en la muerte, resurrección y ascensión de Jesús al cielo, se completó el logro de nuestra redención. Pero ahora la diseminación de la iglesia a través de todas las naciones ha tomado más de 1,900 años, y no sabemos cuánto más va a continuar. 

Todo esto es para decir que Dios no lleva a cabo todos sus buenos propósitos de una vez, sino los despliega gradualmente con el tiempo. Esto es así aun en la vida individual de los cristianos, quienes crecen diariamente en la gracia y en el compañerismo de Dios y en la semejanza de Cristo. Por lo tanto, no sería sorprendente si, antes del estado de eternidad, Dios instituyera un paso final en el despliegue progresivo de la historia de la redención. Esto serviría para aumentar su gloria mientras los hombres y los ángeles observan con asombro las maravillas del plan y la sabiduría de Dios.
6. Por último, una objeción principal al amilenarismo continúa siendo el hecho de que no puede proponer una verdadera explicación de Apocalipsis 20.17

Una consideración de los argumentos a favor del posmilenarismo

Los argumentos a favor del posmilenarismo son como sigue

  1. La Gran Comisión nos conduce a esperar que el evangelio irá adelante poderosamente y eventualmente dará lugar a un mundo cristiano más amplio: Jesús dijo explícitamente: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo (Mt 28:18–20). Como Cristo tiene toda autoridad en el cielo y sobre la tierra, y como promete estar con nosotros en el cumplimiento de esta comisión, esperaríamos que esta acontecería sin obstáculos y eventualmente triunfaría en todo el mundo.
  2. Las parábolas del gradual crecimiento del reino indican que este llenará eventualmente la tierra con su influencia. Aquí los posmilenarios apuntan a lo siguiente:

Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de todas las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas». (Mt 13:31–32)

También podemos notar el siguiente versículo: «Les contó otra parábola más: «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa» (Mt 13:33). De acuerdo con los posmilenarios estas dos parábolas indican que el reino crecerá en influencia hasta que impregne y en alguna medida transforme el mundo entero.

  1. Los posmilenarios también argumentan que el mundo se vuelve más cristiano. La iglesia crece y se expande a través del mundo, y aun cuando se le persigue y oprime crece notablemente gracias al poder de Dios.
    Sin embargo, en este punto debemos hacer una distinción significativa. El «milenio» en el que los posmilenarios creen es muy diferente al «milenio» del que hablan los premilenarios. En cierto sentido, ni siquiera discuten el mismo tópico. Mientras los premilenarios hablan acerca de una tierra renovada con Jesucristo físicamente presente y gobernando como Rey, junto con creyentes glorificados en cuerpos resucitados, los posmilenarios hablan simplemente sobre una tierra con muchos cristianos que influencian la sociedad. Estos no visualizan un milenio que consista en una tierra renovada o santos glorificados o Cristo presente en forma corporal para reinar (pues piensan que estas cosas solo ocurrirán tras el regreso de Cristo para inaugurar el estado de eternidad). Por lo tanto la discusión entera del milenio es más que una simple discusión de la secuencia de eventos que lo rodean. Ésta también implica una diferencia significativa sobre la naturaleza de este período de tiempo en sí mismo.
    De hecho, aunque no estoy consciente si alguno ha hecho esto, no sería imposible para alguien ser un posmilenario y un premilenario al mismo tiempo, con dos percepciones diferentes del término milenio. Alguien podría ser concebiblemente un posmilenario y pensar que el evangelio crecerá en influencia hasta que el mundo sea en gran parte cristiano, y entonces regresaría Cristo y establecería literalmente un reino terrenal, levantando a los creyentes de los muertos para reinar con él en cuerpos glorificados. O, del otro lado, un premilenario muy optimista podría concebiblemente adoptar muchas de las enseñanzas de los posmilenarios sobre la naturaleza crecientemente cristiana de la era presente.
    En respuesta a los argumentos de los posmilenarios, deben plantearse los puntos siguientes:
  2. La Gran Comisión sí habla en efecto de la autoridad que se coloca en manos de Cristo, pero esto no implica necesariamente que Cristo utilizará esa autoridad para propiciar la conversión de la mayoría de la población del mundo. Decir que la autoridad de Cristo es grande es simplemente otra manera de decir que el poder de Dios es infinito, lo que nadie negaría. Pero el asunto es la medida en que Cristo usará su poder para propiciar el crecimiento numérico de la iglesia. Podemos asumir que la usará en gran medida y propiciará una cristianización a nivel mundial, pero esa suposición es meramente eso—una suposición. Esta no está basada en ningún indicio específico de la Gran Comisión o en otros textos sobre la autoridad y el poder de Cristo en la era presente.
  3. Las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura sí nos hablan de que el reino de Dios crecerá gradualmente de algo muy pequeño a algo muy grande, pero no nos dicen la medida en que crecerá el reino. Por ejemplo, la parábola de la mostaza no nos dice que el árbol creció de tal manera que se extendió por toda la tierra. Y la parábola de la levadura simplemente habla sobre un crecimiento gradual que impregna la sociedad (como la iglesia ha hecho ya), pero no dice nada sobre el grado o el efecto que esa influencia tiene (no nos dice, por ejemplo, si al final un 5 por ciento de la barra de pan se fermentó y un 95 por ciento de la masa se convirtió en pan, o un 20 por ciento se fermentó y un 80 por ciento se convirtió en pan, o un 60 por ciento se fermentó y un 40 por ciento se convirtió en pan, y así por el estilo). Se presiona la parábola más allá del propósito deseado cuando se trata de hacer que diga algo más que el reino crecerá poco a poco y llegará a ejercer una influencia sobre cada sociedad en que se establezca.
  4. En respuesta al argumente de que el mundo se vuelve más cristiano, debe decirse que también el mundo se vuelve más malvado. Ningún estudiante de historia o de la sociedad moderna discutiría que la humanidad ha hecho muchos progresos a lo largo de los siglos en superar la profunda perversidad y la extendida inmoralidad que aún permanece en los corazones de la gente. Ciertamente, la modernización de las sociedades occidentales en el siglo veinte ha estado a menudo acompañada no por un avance moral sino por un nivel sin precedentes del abuso de drogas, infidelidad marital, pornografía, homosexualidad, rebelión contra la autoridad, superstición (en la astrología y el movimiento de la Nueva Era), materialismo, avaricia, robo y falsas alocuciones. Aun entre cristianos confesos existen pruebas repetidas de una desalentadora imperfección en la vida cristiana, especialmente en los ámbitos de la moralidad personal y lo profundo de la intimidad con Dios. En lugares donde los cristianos que creen en la Biblia comprenden grandes segmentos de la población, todavía no tiene lugar nada parecido a un reino del milenio terrenal.22 Es cierto que el crecimiento de la iglesia como un porcentaje de la población mundial ha sido notable en décadas recientes,23 y que debemos estar muy animados por esto. Es posible que algún día veamos una influencia mucho mayor del cristianismo genuino sobre muchas sociedades, y si eso ocurre, ello hará que la posición posmilenaria parezca más plausible. Pero tales eventos podrían también concebirse dentro de un marco premilenario o amilenario, de manera que la decisión final respecto a estas posiciones rivales todavía debe hacerse a través de la interpretación de textos bíblicos relevantes.
  5. Por último, debemos notar que hay varios pasajes del Nuevo Testamento que parecen contradecir explícitamente la posición posmilenaria. Jesús dijo: «Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran» (Mt 7:13–14). En lugar de enseñar que la mayoría del mundo se volverá cristiana, Jesús parece decir aquí que aquellos que se salvan serán «pocos» en comparación con los «muchos» que viajan hacia la eterna destrucción. De manera similar, Jesús pregunta; «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra? (Lc 18:8), una pregunta que sugiere que la tierra no estará llena con aquellos que creen, sino que más bien estará dominada por aquellos que no tienen fe.
    En contradicción con el punto de vista de que el mundo mejorará al crecer la influencia de la iglesia, Pablo predice que antes que Cristo regrese vendrá «la rebelión» y «el hombre de maldad» se manifestará, «el destructor por naturaleza» quien se adueñará «del templo de Dios» y pretende «ser Dios». (2 Ts 2:3–4).24
    Al escribirle a Timoteo sobre los últimos días, Pablo dice:

Ten en cuenta, que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno, traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios. Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Con esa gente ni te metas! (2 Ti 3:1–5).

Dice, además:

Así mismo serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús, mientras esos malvados embaucadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados … Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos. (2 Ti 3:12–13; 4:3–4)

Por último, y quizá más concluyentemente, Mateo 24:15–31 habla de una gran tribulación que precederá el momento del regreso de Cristo:

Porque habrá una gran tribulación, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Si no se acortan esos días, nadie sobreviviría, pero por causa de los elegidos se acortarán … Inmediatamente después de la gran tribulación de aquellos días, «se oscurecerá el sol y no brillará más la luna; las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos». La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. (Mt 24:21–30)

Este pasaje describe, no un mundo cristianizado, sino un mundo de gran sufrimiento y maldad, una gran tribulación que excede todos los previos períodos de sufrimiento sobre la tierra. No dice que la gran mayoría del mundo dará la bienvenida a Cristo cuando venga, sino más bien que cuando la señal del Hijo del hombre aparezca en el cielo, entonces «se angustiarán todas las razas de la tierra» (Mt 24:30).
Como Mateo 24 es un pasaje tan difícil desde la perspectiva posmilenaria, ha habido varios intentos de explicarlo no como una predicción de eventos que ocurrirán justo antes de la segunda venida de Cristo, sino más bien algo que se cumplió en lo fundamental con la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C.

Para sostener esta interpretación, los posmilenarios convierten en simbólicos la mayoría de los elementos de Mateo 24:29–31:25 el oscurecimiento del sol y la luna, la caída de las estrellas del cielo y el sacudimiento de los cuerpos celestes no deben entenderse como eventos literales, sino como símbolos de la venida de Dios en juicio. Similares imágenes del juicio se dice que pueden hallarse en Ezequiel 32:7; Joel 2:10; y Amós 8:9, pero estos pasajes simplemente hablan de los juicios de las tinieblas y no mencionan la caída de las estrellas del cielo o el sacudimiento de los cuerpos celestes. R. T. France también menciona Isaías 13:10 y 34:4, los que sí hablan sobre el oscurecimiento del sol y la luna y la desintegración de los astros del cielo, pero está lejos de ser cierto que France tenga razón al afirmar que esos pasajes son solo simbólicos —están colocados en contextos en los que fácilmente se podrían comprender como predicciones literales de cambios cósmicos que preceden el juicio final. Así que está lejos de ser obvio que estos pasajes son solo imágenes apocalípticas del juicio sobre Jerusalén.

Por otra parte, la interpretación que las ve como declaraciones meramente simbólicas se hace más difícil al continuar las afirmaciones de Jesús, pues él no habla solamente sobre señales en el sol, la luna, y las estrellas, sino que dice inmediatamente después que entonces «la señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo … Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria» (Mt 24:30). Consecuente con su previa interpretación simbólica de este pasaje, France dice que «todas las razas de la tierra» se refiere meramente a los judíos, o sea, «a todas las tribus (familias) de la tierra», esto es, la tierra de Israel. Y dice que la referencia al Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria no se refiere al regreso de Cristo sino a su llegada ante el Padre en el cielo, para ser vindicado y recibir autoridad». France cita con aprobación la declaración de G. B. Cairo, quien dice que «la venida del Hijo del hombre en las nubes del cielo nunca se concibió como una forma primitiva de viaje espacial, sino como el símbolo de un poderoso vuelco en las fortunas dentro de la historia y a nivel nacional».

 Entonces el envío de los ángeles de Cristo con un poderoso llamado de trompeta para reunir a sus elegidos de un extremo al otro del cielo se interpreta como referido a los mensajeros que predican el evangelio a través de la tierra. La reunión de los elegidos entonces es reunirlos dentro de la iglesia por la predicación del evangelio.

Sin embargo, acerca de esta interpretación France no puede dar cuenta satisfactoriamente del hecho que Jesús dice que todas las razas sobre la tierra «verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria» (Mt 24:30). Esta no es una transacción celestial invisible en la que Cristo recibe autoridad de Dios el Padre, sino lo que aquí se predice es su regreso con poder y gran gloria. A aquellos que predican el evangelio no se les llama nunca en ningún otro lugar ángeles que hacen un poderoso llamado de trompeta, y a la predicación del evangelio no se le llama en ningún otro lugar la reunión «de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo» (Mt 24:31). Por otro lado, cuando Jesús habla en alguna otra parte de su venida en las nubes, habla de una venida no a Dios el Padre en el cielo, sino de una venida a a la gente sobre la tierra: «¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra» (Ap 1:7).

 Y cuando Cristo regrese, Pablo dice que aquellos que estemos vivos «seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire» (1 Ts 4:17). Cuando Cristo venga sobre las nubes de gloria con gran poder y autoridad, viene a reinar sobre la tierra, y este es el sentido de Mateo 24:30–31. (France no comenta el hecho que Jesús dice que las razas de la tierra que se angustian «verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo» (v. 30). El hecho de que estas razas verán a Jesús llegando hace difícil comprender cualquier interpretación simbólica o invisible aquí.) Por otro lado, la acumulación de factores que por otros textos conocemos están relacionados con el regreso de Cristo (señales cósmicas, la venida de Cristo con poder, el poderoso llamado de trompeta, los ángeles reuniendo a los elegidos) provee una acumulación de evidencias para creer que aquí se alude a la segunda venida de Cristo, no solo a una representación simbólica de la recepción de su autoridad. Y si Mateo 24 habla sobre la segunda venida de Cristo, entonces habla de su venida justo después de un período de gran tribulación, no después que un milenio de paz y justicia se haya establecido sobre la tierra.

Por último, todos los pasajes que indican que Cristo podría regresar pronto y que debemos estar listos para su regreso en cualquier momento31 deben considerarse también como un argumento significativo contra el posmilenarismo. Pues si Cristo podría regresar en cualquier momento, y nosotros debemos estar listos para su regreso, entonces el prolongado período que se requiere para el establecimiento del milenio sobre la tierra antes del regreso de Cristo simplemente no se puede considerar una teoría persuasiva.

Una Consideración de los Argumentos a Favor del Premilenarismo

La posición propugnada en este libro es el premilenarismo histórico. Los argumentos en contra de la posición premilenaria han sido presentados en lo esencial en los argumentos a favor del amilenarismo y posmilenarismo, y por lo tanto no se los repetirá aquí en una sección aparte, pero objeciones incidentales a estos argumentos serán consideradas en su transcurso.

  1. Varios pasajes del Antiguo Testamento no parecen ajustarse ni a la era presente ni al estado de eternidad. Estos pasajes indican alguna etapa futura en la historia de la redención que es muy superior a la presente era de la iglesia pero que aún no ve la remoción de todo pecado, rebelión y muerte de la faz de la tierra.

Hablando de Jerusalén en algún futuro momento, Isaías dice:

Nunca más habrá en ella
niños que vivan pocos días,
ni ancianos que no completen sus años.
El que muera a los cien años será considerado joven;
pero el que no llegue a esa edad
será considerado maldito. (Is 65:20)

Aquí leemos que no habrá más infantes que mueran en la niñez, ni hombres viejos que mueran prematuramente, algo muy diferente a esta era presente. Pero la muerte y el pecado estarán todavía presentes, porque el niño que tiene cien años debe morir, y el pecador que tiene cien años «será considerado maldito». En el amplio contexto de este pasaje puede que se entremezclen del milenio y del estado de eternidad (cf. vv. 17, 25), pero está en la naturaleza de la profecía del Antiguo Testamento no distinguir entre eventos futuros, exactamente como estas profecías no distinguen entre la primera y la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, en un contexto más amplio puede haber elementos mezclados, pero se mantiene el asunto de que este único elemento (los infantes y ancianos que viven mucho, el niño que muere a los cien años, y el pecador que será maldito) indica un tiempo específico en el futuro diferente a la edad presente.

Isaías parece predecir un reino milenario en otro lugar cuando dice:

El lobo vivirá con el cordero,
el leopardo se echará con el cabrito,
y juntos andarán el ternero y el cachorro de león,
y un niño pequeño los guiará.
La vaca pastará con la osa,
sus crías se echarán juntas,
y el león comerá paja como el buey.
Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra,
y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora.
No harán ningún daño ni estrago
en todo mi monte santo,
porque rebosará la tierra con el conocimiento del SEÑOR
como rebosa el mar con las aguas (Is 11:6–9)

Este pasaje habla claramente de una momentánea renovación de la naturaleza que nos lleva mucho más allá de la era presente, un tiempo cuando «rebosará la tierra con el conocimiento del SEÑOR como rebosa el mar con las aguas» (v. 9). Pero en el verso inmediatamente siguiente Isaías dice:

En aquel día se alzará la raíz de Isaí como estandarte de los pueblos; hacia él correrán las naciones, y glorioso será el lugar donde repose. En aquel día el SEÑOR volverá a extender su mano para recuperar el remanente de su pueblo, a los que hayan quedado en Asiria, en Egipto, Patros y Cus. (Is 11:10–11)

Aquí algunos todavía buscan al Mesías y se acercan aparentemente a la salvación, y también aquí el Señor todavía congrega el remanente de su pueblo desde varias naciones de la tierra. Por lo tanto, no parece que el estado de eternidad ha comenzado, pero los percances de la naturaleza exceden con mucho todo lo que ocurrirá en esta era presente. ¿No indica esto un futuro reino milenario?

El Salmo 72 parece ir más allá de una descripción del reinado de Salomón para predecir las glorias del reino del Mesías:

Que domine el rey de mar a mar,
desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra.
Que se postren ante él las tribus del desierto;
¡que muerdan el polvo sus enemigos!
Que le paguen tributo los reyes de Tarsis
y de las costas remotas;
que los reyes de Sabá y de Seba
le traigan presentes;
que ante él se inclinen todos los reyes;
¡que le sirvan todas las naciones!
Él librará al indigente que pide auxilio,
y al pobre que no tiene quien lo ayude.
Se compadecerá del desvalido y del necesitado,
y a los menesterosos les salvará la vida.
Los librará de la opresión y la violencia,
porque considera valiosa su vida. (Sal 72:8–14)32

Este pasaje ciertamente habla de un gobierno mesiánico mucho más amplio que el experimentado por David y Salomón, porque este reino mesiánico «hasta los confines de la tierra» y lo servirán «todas las naciones» (vv. 8, 11; note que el salmo también dice en el v. 5: «Que viva el rey por mil generaciones, lo mismo que el sol y la luna»). Este será un reino justiciero, de justicia—pero ciertamente no será el estado de eternidad. Todavía existirá «el indigente que pide auxilio» y «el pobre que no tiene quien lo ayude» (vv. 12–14). Todavía habrá enemigos «que muerdan el polvo» bajo el gobierno de este Rey justiciero (v. 9). Todo esto habla de una era muy diferente de la era presente pero menos que el estado de eternidad en el que no hay más pecado ni sufrimiento.

Zacarías también profetiza que viene una era en la que hay una gran transformación en la tierra, en la que el Señor es Rey sobre toda la tierra, y en la que todavía hay rebelión y pecado, y muerte:

Entonces vendrá el Señor mi Dios, acompañado de todos sus fieles. En aquel día excepcional, que sólo el SEÑOR conoce: no tendrá día ni noche, pues cuando llegue la noche, seguirá alumbrando la luz. En aquel día fluirá agua viva desde Jerusalén, tanto en el verano como en invierno. Y una mitad correrá hacia el Mar Muerto, y la otra hacia el mar Mediterráneo. El SEÑOR reinará sobe toda la tierra. En aquel día el SEÑOR será el único Dios, y su nombre será el único nombre.

Esta será la plaga con la que el SEÑOR herirá a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén. Se les pudrirá la carne en vida, se les pudrirán los ojos en las cuencas, y se les pudrirá la lengua en la boca … y se recogerán las riquezas de todas las naciones vecinas, y grandes cantidades de oro y plata y de ropa …

Entonces los sobrevivientes de todas las naciones que atacaron a Jerusalén subirán año tras año para adorar al Rey, al SEÑOR Todopoderoso, y para celebrar la fiesta de las Enramadas. Si alguno de los pueblos de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, al SEÑOR Todopoderoso, tampoco recibirá lluvia. (Zac 14:5–17)

Otra vez aquí la descripción no se ajusta a la era presente, pues el Señor es Rey sobre toda la tierra en esta situación. Pero esto tampoco se ajusta al estado de eternidad, porque la desobediencia y la rebelión contra el Señor están claramente presentes. Se podría objetar que esta es una típica profecía del Antiguo Testamento en la que se unen distintos eventos futuros que la visión del profeta no distingue, pese a que pueden estar separados por largos períodos cuando realmente ocurran. No obstante, es difícil hacer esa distinción en este pasaje porque se trata de una rebelión específica contra el Señor que es Rey sobre toda la tierra que se castiga con estas plagas y la falta de lluvia.

  1. También hay otros pasajes del Nuevo Testamento, aparte de Apocalipsis 20, que sugieren un futuro milenio. Cuando el Señor Jesús resucitado habla a la iglesia de Tiatira, dice: «Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero, como yo también la he recibido de mi Padre» (Ap 2; 26–27). La simbología que se usa (reinar con una vara de hierro; quebrar vasos de alfarero) implica un gobierno fuerte sobre los rebeldes. ¿Pero cuándo los creyentes que triunfen sobre el mal participarán en este gobierno? La idea se ajusta bien a un futuro reino milenario cuando los santos glorificados reinen con Cristo sobre la tierra, pero no se ajusta bien a ningún momento de la era presente o del estado de eternidad. (La idea de gobernar las naciones «con vara de hierro» también se encuentra en Apocalipsis 12:5–6 y 19:15.)

Cuando Pablo habla de la resurrección, dice que cada persona recibirá un cuerpo resucitado, cada uno en su debido orden: «Cristo, las primicias; después (eita) cuando él venga, los que les pertenecen. Entonces (epeita) vendrá el fin, cuando el entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies» (1 Co 15:23–25). Las dos palabras traducidas «entonces» en este pasaje (epeita y eita) tienen el sentido de «después de», no el sentido de «al mismo tiempo». Por consiguiente el pasaje le ofrece algún apoyo a la idea que, justo como hay un intervalo de tiempo entre la resurrección de Cristo y su segunda venida cuando nosotros recibamos un cuerpo resucitado (v. 23), de manera que hay un intervalo de tiempo entre la segunda venida de Cristo y «el fin» (v. 24), cuando Cristo entregue el reino al Padre tras haber reinado durante un tiempo y puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.

  1. Con cierto número de otros pasajes de trasfondo que apuntan o claramente sugieren un tiempo futuro mucho más grandioso que la era presente pero menos que el estado de eternidad, resulta entonces apropiado examinar Apocalipsis 20 una vez más. Aquí hay varias afirmaciones que se entienden mejor como referidas a un futuro reinado terrenal de Cristo anterior al juicio futuro.
  2. La atadura y encierro de Satanás en el abismo (v. 2–3) implican una restricción mucho mayor de su actividad que lo que conocemos en esta era.
  3. La declaración de que aquellos que fueron fieles «vivieron» (v. 4) se interpreta mejor como referida a una resurrección corporal, pues el siguiente versículo dice: «Ésta es la primera resurrección». El verbo ezesan, «volver a vivir», es el mismo verbo y la misma forma verbal que se utiliza en Apocalipsis 2:8, donde Jesús se identifica a sí mismo como «el que murió y volvió a vivir», una obvia referencia a su resurrección.
  4. En una interpretación premilenario, el reinado de Cristo (en Ap 20:4) es algo todavía futuro, no algo que ocurre ahora (como aducen los amilenarios). Esto es consistente con el resto del Nuevo Testamento, donde se nos dice a menudo que los creyentes reinarán con Cristo y se les dará autoridad por él para reinar sobre la tierra (vea Lc 19:17, 19; 1 Co 6:3; Ap 2:26–27; 3:21). Pero en ningún otro lugar la Escritura dice que los creyentes en el estado intermedio (entre su muerte y el regreso de Cristo) están reinando con Cristo o compartiendo su gobierno con él. De hecho, Apocalipsis describe primero a los santos en el cielo antes que Cristo regrese esperando bajo el altar y clamando a gran voz al Señor que comience a juzgar a los impíos sobre la tierra (Ap 6:9–10). En ningún lugar se dice que los cristianos ya reinan con Cristo.
    Aquellos que vuelven a vivir y reinan con Cristo en Apocalipsis 20 incluyen a gente «que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y que no recibieron la marca en sus frentes» (Ap 20:4). Esta es una referencia a aquellos que no se rindieron ante las persecuciones de la bestia de que se habla en Apocalipsis 13:1–18). Pero si la severidad de la persecución descrita en Apocalipsis 13 nos llevan a concluir que la bestia no ha aparecido aun sobre el escenario mundial, sino que esto es algo futuro, entonces la persecución de esta bestia es también futura. Y si esta persecución es aún futura, entonces la escena de Apocalipsis 20 donde aquellos «que no habían adorado la bestia … y no recibieron la marca en sus frentes» (Ap 20:4) también es futura. Esto significa que Apocalipsis 20:1–6 no describe la presente era de la iglesia sino se entiende mejor como referida a un futuro reino milenario de Cristo.
    Estas consideraciones se combinan para plantear un caso a favor del premilenarismo. Si estamos convencidos de esta posición, es realmente una cuestión incidental si el período de mil años se concibe como mil años literales o simplemente como un período prolongado de tiempo de duración indeterminada. Y aunque puede que no tengamos muy claros todos los detalles de la naturaleza del milenio, podemos estar razonablemente seguros que habrá un futuro reinado terrenal de Cristo que será notablemente diferente de esta era presente.

El Tiempo de la Gran Tribulación

Aquellos que están persuadidos de los argumentos a favor del premilenarismo, deben decidir sobre una cuestión adicional: ¿Regresará Cristo antes o después de la «gran tribulación»?
La expresión «gran tribulación» en sí misma viene de Mateo 24:21 (y paralelos), donde Jesús dice: «Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá». El premilenarismo histórico cree que Cristo regresará después de esa tribulación, pues el pasaje continúa: «E inmediatamente después de la tribulación de aquello días, el sol se oscurecerá … entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mt 24:29–30). Pero, como se explicó arriba, en los siglos diecinueve y veinte se hicieron populares una variedad de premilenarismos que sostiene una venida de Cristo pretribulacionalista». Esto se llama a menudo el punto de vista del «rapto pretribulacionalista», porque sostiene que cuando Cristo regrese por primera vez la iglesia será «raptada» o arrebatada a los cielos para estar con él.

Los argumentos para tal rapto pretribulacionalista son los siguientes:

  1. Todo el período de la tribulación será un tiempo en que se derramará la ira de Dios sobre la tierra. Por lo tanto, no sería apropiado que los cristianos estén sobre la tierra en ese tiempo.
  2. Jesús promete en Apocalipsis 3:10: «Yo te guardaré de la hora de la tentación que vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a los que viven en la tierra». Este pasaje indica que se sacará a la iglesia del mundo antes que llegue esa hora de prueba.
  3. Si Cristo regresa después de la tribulación y derrota a todos sus enemigos, ¿entonces de dónde vendrán los incrédulos que necesariamente deben poblar el reino milenario?:La posición pretribulacionalista„ sin embargo, vislumbra miles de judíos creyentes que se han vuelto cristianos durante la tribulación y que entrarán al reino milenario en cuerpos no glorificados.
  4. Este punto de vista hace posible creer que Cristo podría venir en cualquier momento (su venida antes de la tribulación) y que aún deben cumplirse muchas señales antes que él venga (su venida después de la tribulación, cuando se hayan cumplido las señales).
    Aunque este no es un argumento específico a favor de una posición pretribulacionalista, también debe notarse que los pretribulacionistas ven entonces la enseñanza sobre la tribulación en Mateo 24 y las advertencias y aliento dados a los creyentes en esa situación como aplicables a los judíos creyentes durante la tribulación, y no a la iglesia en general.

En respuesta a estos argumentos, se deben hacer las observaciones siguientes:

  1. No es consistente con las descripciones de la tribulación en el Nuevo Testamento decir que todo el sufrimiento que ocurra durante ese tiempo es específicamente el resultado de la ira de Dios. Mucho del sufrimiento se debe al hecho que la maldad se multiplicará (Mt 24:12) y al hecho que crecerá mucho la persecución de la iglesia y la oposición de Satanás durante este período. Por supuesto, todos los cristianos (ya sean gentiles o creyentes judíos) evadirán la ira de Dios en todo momento, pero esto no significa que evadirán todo sufrimiento, aun en tiempos extremadamente difíciles.
  2. El hecho de que Jesús diga a los fieles creyentes de la iglesia de Filadelfia (Ap 3:10) que él los guardará de la hora de prueba que viene sobre todo el mundo no es una evidencia lo suficientemente fuerte como para decir que se sacará a la iglesia entera del mundo antes de la tribulación. Primero, esta declaración se hace a una iglesia específica (Filadelfia) y no debe aplicarse a toda la iglesia en algún punto futuro de la historia. Por otra parte, «la hora de tentación que vendrá sobre el mundo entero» no tiene que referirse al tiempo de la gran tribulación, sino que más probablemente se refiere al tiempo de gran persecución y sufrimiento que vendría sobre todo el Imperio Romano o todo el mundo habitado. Por último, la promesa que la iglesia en Filadelfia sería guardada no implica que los sacarían del mundo, sino simplemente que se les mantendría fieles y se les guardaría de sufrir daños derivados de ese período de sufrimiento y prueba.
  3. No favorece al punto de vista pretribulacionalista decir que debe haber algunos en cuerpos no glorificados que entrarán en el milenio, porque (desde un punto de vista postribulacionalista) cuando Cristo venga al fin de la tribulación derrotará todas las fuerzas que dispuestas contra él, pero eso no significa que las matará o aniquilará a todas. Muchos simplemente se rendirán sin confiar en Cristo, y así entrarán al milenio como incrédulos. Y durante todo el período del milenio muchos se convertirán sin duda a Cristo y también se volverán creyentes.
  4. El punto de vista pretribulacionalista no es el único consistente con las ideas de que Cristo podría volver en cualquier momento que haya señales que precedan su regreso.

La posición presentada en el capítulo anterior —que es poco probable pero posible que las señales se hayan cumplido— es también consistente con estas ideas.
Pero debe decirse que detrás de este argumento de los pretribulacionistas hay una preocupación de más peso: El deseo de preservar una distinción entre la iglesia (que ellos piensan será alzada al cielo para estar con Cristo) e Israel (que piensan constituirá el pueblo de Dios sobre la tierra durante la tribulación y entonces durante el reino milenario). Pero, como hemos anotado en un capítulo anterior, el Nuevo Testamento no respalda una distinción de este tipo entre Israel y la iglesia. Por consiguiente, esto no implica la necesidad de contemplar una distinción entre estos grupos en el tiempo de la tribulación y el milenio.
Hay una variante de la posición del rapto pretribulacionalista que se conoce como el punto de vista del rapto midtribulacionalista. Este se define por Gleason Archer en su ensayo: «The Case for the Mid-Seventieth-Week Rapture Position». 

Él ve la tribulación como separada en dos mitades. Los primeros tres y medio años se caracterizan por la ira del hombre, y la iglesia está presente en ese tiempo. Los segundos tres y medio años se caracterizan por la ira de Dios, y durante ese tiempo la iglesia está ausente de la tierra. El argumento primario de la Escritura para respaldar un rapto midtribulaciolista es el hecho de que en Daniel 7:25, 9:27, y 12:7 y 11, así como en Apocalipsis 12:14, los siete días o tiempos a que se alude están cortados en mitades, al mencionar el intervalo de tres y medio tiempos o tres y medio días en una semana simbólica, apuntando de esa manera a un período de tres y medio años, tras el cual el se rescataría al pueblo de Dios de la tribulación. Otro argumento a favor de esta posición es que destaca el sentido de expectación ante el regreso de Cristo, pues tres y medio años es un período más corto de tiempo que siete años.

No obstante, aunque los pasajes de Daniel sí hablan de una interrupción de la séptima semana que Daniel predice para el futuro, no dan ninguna indicación clara de que los creyentes serán removidos de la tierra a mediados de la semana. También es difícil ver que la expectativa de una tribulación de tres años y medio provee una sensación de inminencia mucho mayor que la que provee la expectativa de una tribulación de siete años.
Por último, algunas objeciones a la posición del rapto pretribulacionista se pueden plantear en forma de argumentos a favor del punto de vista del rapto postribulacionista (el punto de vista premilenario histórico que Cristo regresará tras un período de tribulación sobre la tierra):

1. El Nuevo Testamento no dice claramente en ningún lugar que la iglesia será sacada del mundo antes de la tribulación. Si fuera a ocurrir este significativo even-to, podríamos por lo menos esperar que se hallara una enseñanza específica a ese efecto en el Nuevo Testamento. Ciertamente Jesús nos dice que el regresará y nos tomará para estar con él (Jn 14:3), y Pablo nos dice que seremos arrebatados a las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire (1 Ts 4:17), y que seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos y recibiremos un cuerpo incorruptible (1 Co 15:51–52), pero los creyentes han entendido cada uno de estos pasajes a lo largo de la historia, no como que hablan de un rapto secreto de la iglesia antes de la tribulación, sino de un rapto público (o «arrebato») muy visible de la iglesia para estar con Cristo precisamente unos momentos antes de su venida a la tierra junto con ellos para reinar durante el reino milenario (o de acuerdo con el punto de vista amilenario, durante el estado de eternidad).

Por otro lado, es muy difícil comprender 1 Tesalonicenses 4:17, el único pasaje que habla explícitamente del hecho que la iglesia será «arrebatada» (o raptada), para hablar de la idea de una venida secreta. Este dice: «El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios» (1 Ts 4:16). De estas palabras Leon Morris correctamente dice: «Puede ser que con esto él intenta hacernos comprender que el rapto ocurrirá en secreto, y que nadie excepto los propios santos sabrán lo que sucede. Pero a duras penas se podría deducir esto de sus palabras. Es difícil ver cómo podría él describir más explícitamente algo que es manifiesto y público»

La doctrina del rapto pretribulacionista resulta de una inferencia de varios pasajes. Primero, la poderosa trompeta convoca a la reunión de los elegidos en Mateo 24:31, el sonido de la trompeta de Dios en 1 Tesalonicenses 4:16, y el toque final de la trompeta cuando nuestros cuerpos serán transformados en 1 Corintios 15:51–52, todo parece ser el mismo toque de trompeta—la trompeta que suena justo antes del milenio. Si de veras es «el último toque de trompeta» (1 Co 15:52), entonces es difícil ver cómo otro poderoso toque de trompeta (Mt 24:31) podría seguirlo siete años después.

Además, es muy difícil pensar que Mateo 24 no se refiera a la iglesia, sino al pueblo judío que se salvaría durante la tribulación. Jesús se dirige a sus discípulos (Mt 24:1–4) y los alerta de la persecución y el sufrimiento que vendrán. Les habla de la gran tribulación por venir, y entonces dice que «inmediatamente después de la tribulación de aquellos días» aparecerán señales cósmicas y «se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria» (Mt 24:30). ¿Pero sería verosímil que Jesús, al decir estas cosas a sus discípulos, intentara que sus palabras se aplicaran, no a la iglesia, sino solo a un futuro reino terrenal del pueblo judío que se convertiría durante la tribulación? Tampoco parece verosímil que los discípulos estén aquí como representantes de un futuro reino judío y no como representantes de la iglesia, a cuyo establecimiento estaban tan estrechamente ligados como su fundamento (Ef 2:20).

3. Por último, el Nuevo Testamento no parece justificar la idea de dos regresos de Cristo separados (uno para su iglesia antes de la tribulación y entonces, siete años después, con su iglesia para juzgar a los incrédulos). Una vez más, en ningún pasaje se enseña explícitamente ese punto de vista, sino que este es simplemente una inferencia extraída de las diferencias entre distintos pasajes que describen el regreso de Cristo desde distintas perspectivas. Pero no es nada difícil ver estos pasajes como refiriéndose a un solo evento que ocurrió en un momento.

Parece mejor concluir, con la gran mayoría de la iglesia a través de la historia, que la iglesia atravesará el tiempo de tribulación predicho por Jesús. Probablemente no habríamos escogido este sendero por nosotros mismos, pero la decisión no estaba en nuestras manos. Y si Dios quiere que alguno de nosotros que ahora vivimos permanezcamos sobre la tierra hasta el tiempo de esta gran tribulación, entonces debemos prestar oídos a las palabras de Pedro: «Dichosos ustedes si los insultan por causa del nombre de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes (1 P 4:14), y «Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos» (1 P 2:21). 

Esta idea de que los cristianos deben estar preparados para soportar sufrimientos también se observa en las palabras de Pablo de que somos coherederos con Cristo: «pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria» (Ro 8:17). Y podemos recordar que, desde el tiempo de Noé al tiempo del martirio de los primeros apóstoles, ha sido frecuentemente el camino de Dios traer a su pueblo a la gloria a través del sufrimiento, pues hizo lo mismo con su propio Hijo. «En efecto, a fin de llevar a muchos hijos a la gloria, convenía que Dios, para quien, y por medio de quien todo existe, perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos» (Heb 2:10). Es del Salvador, el mismo que ha sufrido más de lo que ninguno de sus hijos nunca sufrirá, que recibimos la admonición: «No tengas miedo de lo que estás por sufrir … Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida» (Ap 2:10).

EL MILENIO APOCALIPSIS

PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL

  1. Antes de leer este capítulo, ¿tenía usted alguna certidumbre sobre si el regreso de Cristo sería amilenario, posmilenario, o premilenario? Y si sería postribulacional o pretribulacional? Si es así, ¿cómo ha cambiado su punto de vista ahora, si es el caso?
    2. Explique cómo su actual punto de vista del milenio afecta su vida cristiana hoy. De manera similar, explique cómo su punto de vista de la tribulación afecta su vida cristiana actual.
    3. ¿Cómo piensa que sería la sensación de vivir sobre la tierra con un cuerpo glorificado, y con Jesucristo como Rey sobre todo el mundo? ¿Puede describir con cierto detalle algunas de las actitudes y reacciones emocionales que usted tendría hacia distintas situaciones en un reino como ese? ¿Espera usted realmente un reino como ese? (Sus respuestas diferirán algo en dependencia de si usted espera o no un cuerpo glorificado durante el milenio hasta el estado de eternidad.)
    4. ¿Cuáles serían los resultados, tanto positivos como negativos, de una posición como la del rapto pretribulacionista en las actitudes y la vida diaria de los cristianos? De manera similar, ¿cuáles serían los resultados positivos y negativos de una posición como la del rapto postribulacionalista?

EL MILENIO APOCALIPSIS

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