EL AUTODESPOJO DE CRISTO [Filipenses 2:5–11]

Autodespojo
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El Autodespojo de Cristo: Explorando la Kenosis en la Historia de la Iglesia

A lo largo de la historia de la iglesia, la cuestión del autodespojo de Cristo, también conocido como la kenosis, ha sido objeto de discusión y reflexión teológica. 

En este artículo, exploraremos las diferentes perspectivas que han surgido en torno a este tema fascinante. Desde el Sínodo de Antioquía en 341, que afirmó que Cristo se despojó a sí mismo del «ser igual a Dios», hasta las discusiones durante la Reforma acerca de la posibilidad de que Cristo renunciara a los atributos de omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia sin afectar su esencia divina. 

Sumérgete en el debate histórico y descubre las diversas posturas teológicas en torno al autodespojo de Cristo, profundizando en su significado y relevancia para nuestra comprensión de la encarnación y la naturaleza divina de nuestro Salvador.

EL ORIGEN DEL CONCEPTO

En el siglo diecisiete algunos vigorosamente afirmaron que Cristo era menos que divino. Pero el siglo diecinueve trajo una forma casi nueva de cristología con el aparecimiento y el esparcimiento de muchas ideas falsas de la kenosis. Esto se debía al hecho de que ese siglo vio surgir muchas teorías científicas nuevas como la evolución y la crítica radical. También trajo un énfasis en el redescubrimiento de la “genuina” humanidad de Jesús y con esto la magnitud de Su autonegación y autodespojo.

Por supuesto, hay una declaración genuina de la kenosis, ya que se enseña en Filipenses 2:7, y es una declaración que no contradice otras verdades que las Escrituras revelan acerca del Señor. En realidad, la Biblia no elabora una doctrina de la kenosis, aunque revela los elementos básicos que se pueden usar para formar una declaración verídica. Reunir todo esto y evitar la herejía es la tarea de este capítulo.

EL GENUINO SIGNIFICADO DEL CONCEPTO

El pasaje central

Filipenses 2:5–11, el pasaje central acerca de la kenosis, comienza con una exhortación a la humildad en el pensar, y a imitar el ejemplo de Cristo, quien dejó la gloria para sufrir la cruz. Entonces continúa con una afirmación concisa tocante a Cristo antes y después de su encarnación.

La existencia eterna de Cristo (v. 6).

Esto se afirma claramente por la forma hyparchon la cual en este participio presente (especialmente contrastado con los aoristas que le siguen) afirma la continuidad indefinida del ser de Cristo. Hay en la elección de esta palabra (en contraste con eimi) una sugerencia de que ya es (como en Hechos 7:55), subrayando así la eternidad de Su existencia. Esa existencia indefinida estaba en la morfe de Dios, la forma esencial que incluye la completa naturaleza y esencia de la Deidad. Si “forma de Dios” implica algo menos que totalmente Dios, entonces “forma de siervo” en Filipenses 2:7 tuviera que significar que en la tierra Cristo era algo menos que un siervo. Pero la realidad completa de que El fuera un Siervo es lo esencial del pasaje. Igualmente, la completa realidad de Su deidad es lo esencial de “forma de Dios” en el versículo 6.

J.B. Lightfoot, después de un estudio detallado de morfe en la filosofía griega, en Filón, y en el Nuevo Testamento, concluye que connota aquello que es intrínseco y esencial en algo. Así aquí significa que nuestro Señor antes de Su encarnación poseyó la Deidad esencial (St. Paul’s Epistle to the Philippians [London: Macmillan, 1913], pp. 127–33).

Pablo entonces corrobora la deidad de Cristo por afirmar que la coigualdad con Dios no era algo de que tenía que asirse, simplemente porque Él siempre la tuvo. Él no la codiciaba; no tenía necesidad de hacerlo, porque era Suya eternamente. Ni tampoco se aprovechó de ella; más bien, se despojó voluntariamente de la misma.

El autodespojo (vv. 7–8).

Note que, aparte de lo que el autodespojo abarcara, fue algo autoimpuesto. Nadie obligó a Cristo a venir a este mundo y finalmente morir en una cruz como la propiciación por nuestros pecados. Otros usos del verbo que se traduce despojar se encuentran en Romanos 4:14 (anular); 1 Corintios 1:17 (hacer vana); 9:15; 2 Corintios 9:3; pero en realidad no contribuyen a la comprensión de este pasaje.
¿En qué consistió? En todo lo que implicaba Su muerte en la cruz. Esto incluyó tomar la forma (morfe) de siervo. Pero aun en esta forma El no dejaba en lo más mínimo de estar a la vez en la forma de Dios, aunque Su gloria estaba velada para la mayoría (pero véase Juan 1:14). Para tomar la forma de un siervo Él tenía que ser humano, algo que las dos próximas frases en Filipenses 2:7–8 describen. Él fue hecho “semejante a los hombres”. 

“Semejanza” indica dos cosas: primero que El en realidad era como los hombres, y segundo que era diferente de los hombres. Su humanidad lo sometió a pruebas y limitaciones; pero la palabra “semejanza” impide que se llegue a la conclusión de que Él era idéntico a los hombres. Él era diferente porque era impecable (véase Romanos 8:3). Además, Él fue hallado en la condición (schema) de hombre. Esta palabra se refiere a aquello que es externo; i.e. en acciones, vestir, modales, y en todas las apariencias Él era un hombre. Así se humilló a Sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte en la cruz, el epítome de la vergüenza.

El movimiento de este pasaje comienza con la gloria de Cristo antes de encarnar y procede a Su muerte vergonzosa en la cruz. Obviamente, para poder morir, Él tenía que hacerse hombre. Para lograr esto, se tuvo que despojar de Su posición de antes de encarnar, pero aun así sin disminuir la Persona. No había manera en que El pudiera hacerse hombre y quedarse en la posición que tenía en Su estado previo a la encarnación. Pero Él podía hacerse hombre, y lo hizo, conservando la totalidad de los atributos que tuvo Su persona antes de encarnar, es decir, la deidad total.

Este autodespojo permitió la adición de la humanidad y no implicó la substracción de Su deidad en ninguna manera, ni el uso de los atributos de la Deidad. Hubo un cambio de forma, pero no del contenido del Ser Divino. El no renunció a la deidad ni al uso de esos atributos; El agregó la humanidad. Y esto para poder morir. Isaías lo dijo en esta forma: “derramó Su vida hasta la muerte” (53:12).

Me parece que aun los evangélicos embotan la esencia del pasaje por desviarse de su énfasis principal como se ha sugerido arriba y enfocarse en tratar de delinear qué limitaciones experimentó Cristo en Su estado terrenal. Es cierto, el Dios-Hombre experimentó limitaciones; pero es igualmente cierto que el Dios-Hombre evidenció las prerrogativas de la Deidad. Por lo tanto, los conservadores sugieren que la kenosis significa la velación de la gloria que tuvo Cristo antes de encarnar, lo cual solamente es cierto en un sentido relativo (véase Mateo 17:1–8; Juan 1:14; 17:5). O sugieren que significa prescindir voluntariamente del uso de algunos de Sus atributos de la Deidad.

 Esto fue cierto en algunas ocasiones, pero no siempre, a través de Su vida (véase 1:48; 2:24; 16:30). Tampoco hizo El siempre Sus milagros en el poder del Espíritu, sino que algunas veces usó Su propio poder (Lucas 22:51; Juan 18:6). Así que, si nuestro entendimiento de la kenosis viene de Filipenses 2, debemos de obtener nuestra definición del concepto allí. Y ese pasaje no discute la cuestión de cómo o cuánto de la gloria de Cristo estuvo velada. Ni tampoco dice nada del uso o la restricción de los atributos divinos. Sí dice que el despojarse abarcó el hacerse hombre para poder morir. De modo que la Kenosis significa dejar Su posición de antes de la encarnación y tomar la condición humana de siervo.

Una definición

En la kenosis Cristo se despojó a Sí mismo de retener y aprovecharse de Su condición de Dios y tomó la naturaleza humana para poder morir.

LOS SIGNIFICADOS FALSOS DEL CONCEPTO

Cristo entregó algunos o todos Sus atributos

Este concepto erróneo afirma que kenosis significa que nuestro Señor realmente entregó Sus atributos de la Deidad o por lo menos los atributos relativos a la omnipresencia, la omnipotencia, y la omnisciencia. Bíblicamente esto es falso, y teológicamente, imposible. Si El entregó cualquier atributo, cesó de ser Dios durante Su vida terrenal. Entonces de ninguna manera podría haber dicho lo que dijo en Juan 10:30, que El y el Padre eran uno en esencia. Cristo no se despojó a Sí mismo de ningún aspecto de Su deidad.

Cristo apareció como hombre por disfrazar Su deidad

Esto es una herejía menos manifiesta, pero esencialmente también niega la deidad completa de Cristo, porque el disfraz abarcó un cambio en el modo de la existencia de Cristo. Niega que Cristo era Dios a la vez que era hombre. Y si esto es cierto, entonces ¿cómo podría El decir que cualquiera que lo veía a El veía al Padre? (14:9).

Toda esta discusión se clarifica si recordamos que la relación y la actividad de las dos naturalezas en nuestro Señor implican la doctrina de la unión hipostática. La doctrina de la kenosis se enfoca más en el hecho de Su encarnación como necesaria para Su muerte.

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