¿Qué es un himnario?
Un himnario es una colección de himnos; son canciones de alabanza a Dios.
El proyecto ¡Cantad al Señor! es el himnario común de las iglesias reformadas de España.
El término himno también se encuentra en el Sal 65:1 y en Isa 42:10 de la Septuaginta. En el Nuevo Testamento, la palabra aparece únicamente en Efe 5:19, Col 3:16, Hech 16:25 y en Heb 2:12. La forma verbal de umnos aparece en Mat 26:30 y en Mar 14:26.
Plinio, en una carta a Trajano, menciona que los cristianos normalmente le cantaban himnos a Cristo como a un Dios .
Un himno (ὕμνος, hymnos) es una canción de alabanza a una deidad.
En la traducción griega de la Biblia hebrea (la Septuaginta), el término se encuentra en el Sal 40:3 donde declara:
“y Él puso un cántico nuevo en mi boca, un himno a nuestro Dios”.
Sal 40:3
¡CANTAD AL SEÑOR!
Himnos de gracia
Por muchos años las iglesias reformadas de España han tenido un gran deseo de disfrutar de una colección de himnos en común, uno que reflejase su identidad doctrinal reformada y que se pudiera usar sin comprometer sus creencias teológicas. Así nació el «Proyecto ¡Cantad al Señor!» en enero 2005.
Las Iglesias Reformadas en España es una denominación reformada confesional en España.
El grupo actualmente tiene siete congregaciones repartidas por todo el reino: iglesias en Mataró y Pineda, ambas cerca de Barcelona; en Madrid; en Almuñécar y Málaga en el sur de España; y en La Laguna, Tenerife y Telde (Gran Canaria), ambas en las Islas Canarias.
Las iglesias se adhieren a las Tres Formas de Unidad, y algunas de ellas reconocen la Confesión de Fe de Westminster. La congregación de Málaga permite la pedocomunión, mientras que todas las congregaciones practican el bautismo infantil.
La denominación mantiene un buen contacto eclesiástico con la Iglesia Evangélica Presbiteriana en Inglaterra y Gales, la Iglesia Libre de Escocia y las Iglesias Reformadas en los Países Bajos (Liberado). También es miembro de la Conferencia Internacional de Iglesias Reformadas.
Las Iglesias reformadas son Iglesias cristianas protestantes
relacionadas históricamente con la doctrina de Juan Calvino. Surgieron por primera vez en Europa en el siglo xvi, dentro de la Reforma protestante encabezada por teólogos reformadores como Ulrico Zuinglio, Martin Bucer, Heinrich Bullinger, Pietro Martire Vermigli, Teodoro de Beza y Guillaume Farel. A lo largo del siglo xvi se fueron extendiendo por Suiza, Escocia, Francia, Países Bajos y Hungría.
Cada nación en la que se estableció el movimiento de la Reforma tenía originalmente su propio gobierno de la iglesia. Varias de estas iglesias locales, o congregaciones, se han extendido a todo el mundo y la mayoría de las denominaciones han experimentado divisiones en múltiples denominaciones.
El compromiso con la enseñanza del calvinismo original por lo general sigue estando reflejado en sus definiciones de la doctrina oficial, pero muchas admiten cierta flexibilidad doctrinal. Un estudio de 1999 encontró 746 denominaciones reformadas en todo el mundo.
Debido a su pasado histórico, las Iglesias Reformadas tienen la particularidad de ser independientes las unas de las otras, tanto desde un punto de vista doctrinal como organizativo, aunque la mayoría están federadas en Iglesias nacionales (por ejemplo, la Iglesia Evangélica Española). A nivel mundial, la Alianza reformada mundial era la organización más importante (con unos 75 millones de miembros), delante del Consejo Ecuménico Reformado (Reformed Ecumenical Council) que contaba con 10 millones de personas. Desde junio de 2010, ambas organizaciones fusionaron para formar la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas. Existen también otras dos organizaciones mundiales de menor importancia y con rasgos más fundamentalistas: la Conferencia Internacional de las Iglesias Reformadas (International Conference of Reformed Churches) y la Confraternidad Reformada Mundial (World Reformed Fellowship).
En 1973, las Iglesias Reformadas y Luteranas de Europa firmaron un documento teológico, la Concordia de Leuenberg, por el que pusieron fin a 450 años de división eclesial y decidieron obrar a favor de una Iglesia unificada. Desde entonces se unieron otras Iglesias protestantes de Europa y América Latina y siete Iglesias Metodistas europeas.
EQUIPO DEL PROYECTO
Mateo Hill
director Editorial Peregrino
Mi principal trabajo consiste en dirigir la administración general de esta empresa, a la vez de supervisar la producción de libros cristianos y otros materiales de la mejor calidad para la edificación de los creyentes y la extensión del Reino de Dios.
Ángel Álvarez
Pastor Iglesia de Alcorcón
Pastor evangélico
Iglesia Cristiana Presbiteriana en Alcorcón
– actualidad
Predicación y enseñanza en las Escrituras
Cuidado pastoral de la congregación
Andrés Birch
Pastor Iglesia Bautista Mallorca
Andrés Birch es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Es un misionero británico afincado en España desde 1983. Actualmente es pastor de la Iglesia Bautista Reformada de Palma de Mallorca, España.
Juan Hanna
pastor emérito iglesia de Alcorcón
La bondad del Señor: Sermón predicado por el pastor Juan Hanna
Escúchelo en YouTube: Ver en YouTube
Jorge Ruiz
PASTOR IGLESIA CONTINUADA EN MIRANDA DE EBRO
Pastor de la Iglesia Reformada Continuada en Miranda de Ebro (obra pionera de implantación de Iglesia). Asesor de la Sociedad Bíblica Trinitaria. Casado y padre de cuatro hijos.
Ante la proliferación de cánticos nuevos, y la pérdida de cantar himnos clásicos, se hizo una selección de más de 800 piezas, basada en ciertos criterios:
1) Lo más importante de lo que cantamos es la letra: tiene que ser bíblica, teológica, sólida, y por supuesto, reflejar la teología reformada. A la vez, la letra tiene que tener un valor literario, lingüístico, poético.
2) No se ha mirado tanto la procedencia de cada pieza, o la postura del autor, sino el contenido mismo de la letra.
3) No hemos hecho distinción entre himnos y coros, o entre clásicos y modernos, ni entre los estilos.
4) Hemos creído conveniente que los números 1 a 150 correspondan a los Salmos. Hemos buscado, a veces sin éxito, por lo menos una pieza para cada salmo o parte de ello.
166; 180; 182; 204; 205; 209; 212; 213; 216; 231; 236; 237; 245; 247; 250; 254; 258; 265; 266; 272; 302; 322; 352; 354; 364; 365; 382; 398; 405; 415; 445; 446; 461; 467; 497; 543; 544; 548; 564; 568; 575; 579 ;582 ;599 ;609; 620; 645; 673; 700b; 702; 710; 716; 720; 725; 727; 736; 738; 745; 755; 759; 767; 779; 781; 798.
HIMNOS
CÁNTICOS E HIMNOS
Himnos de Israel
Los himnos que se utilizaban en la liturgia cristiana primitiva se basaban en himnos de las Escrituras hebreas. Hermann Gunkel define al himno como una canción de alabanza que glorifica a Dios como Dios recitando sus atributos.
Gunkel distingue un himno de una canción de acción de gracias, la cual honra a Dios por un acto de misericordia a favor de la comunidad o de un individuo.
Westermann utilizó una definición más amplia que Gunkel, distinguió entre dos clases de himnos de alabanza. Observó que había alabanzas descriptivas que hablaban de los atributos de Dios. Afirmó además que un himno podía ser una alabanza declarativa, como el Cántico de Miriam en Éxo 15:21. En la alabanza declarativa, se exalta a Dios por acciones específicas que ha hecho o hará. En resumen, los himnos de Israel hablaban de Dios.
La comunidad del mar Muerto también tenía una liturgia de adoración. Los cánticos de sacrificio del Sabath era una recopilación de himnos que se cantaban en trece sabats según el calendario de Qumrán.
Himnos en el Nuevo Testamento
Los himnos cristianos tradicionales se escribían y se cantaban cuando otros elevaban sus voces en adoración a dioses paganos, y al emperador. Por ejemplo, el emperador Calígula organizó a jóvenes de origen noble para que cantaran un himno cada año para honrar las virtudes del emperador.
Es probable que los himnos grecorromanos hayan tenido influencia en el contenido y la forma de los himnos de la iglesia primitiva.
El Nuevo Testamento hace referencia a que los cristianos cantaban himnos (Efe 5:19; Col 3:16). Sin embargo, también es probable que ciertos fragmentos de los himnos reales de la comunidad cristiana del siglo primero se encuentren dentro del texto bíblico.
A veces el himno está claramente marcado-como en Apoc 5:9–10-pero a menudo nada dentro del texto señala que se cita o se presenta un himno.
Evangelios.
Los Evangelios de Lucas y Juan contienen textos de lenguaje poético extendido. Las canciones en la narrativa de la infancia en el Evangelio de Lucas-La canción de María en Luc 1:46–55, la canción de Zacarías en Luc 1:67–79; la alabanza del ángel en Luc 2:14, y la alabanza de Simeón en Luc 2:28–32-reflejan el estilo de los himnos de alabanza de la Biblia hebrea (ej., Sal 8; 19; 29; 33; 100; 103; 104). También reflejan la himnología judía más contemporánea, como la que se encuentra en 1 Macabeos.
Las palabras de alabanza en los himnos de Lucas tienen el propósito de adorar a Dios por sus atributos y sus obras. Se alaba a Cristo en forma indirecta.
En contraste con los himnos en Lucas que alababan a Dios, Juan 1:1–18 es una alabanza con un patrón evidente del primer advenimiento terrenal de Cristo. Sus cualidades poéticas podrían sugerir que se trata de un himno que se cantaba en la congregación para la cual Juan escribió su evangelio. Sin embargo, esto es difícil de demostrar.
Las cartas del Nuevo Testamento.
Algunos ejemplos de posibles himnos cristianos incorporados en las cartas del Nuevo Testamento son: Fil 2:5–11, Col 1:15–20, Efe 1:3–14 y 5:14, 1 Tim 3:16 y 1 Ped 1:3–5. No obstante, no hay acuerdo respecto a si estos textos son himnos, declaraciones de fe, o simplemente la propia prosa exaltada del autor (Filipenses 2:5–11; 29–46).
Apocalipsis.
El libro de Apocalipsis contiene numerosas letras de alabanza a Dios y al Cordero. Sin embargo, si un himno es una canción de alabanza que se canta en voz alta para una deidad, no todos los textos litúrgicos en Apocalipsis pueden clasificarse como himnos. Muchas de estas alabanzas se recitan o se repiten en lugar de cantarse (ej., Apoc 4:8, 11). Apoc 5:9–10, no obstante, indica que los 24 ancianos estaban cantando un cántico nuevo.
Conclusión
Probablemente la iglesia primitiva utilizaba los himnos para la enseñanza mutua de los nuevos convertidos por medio de cantos antifonales, además de usarlos para la alabanza pública. Es más fácil recordar los himnos que las declaraciones abstractas o los textos teológicos.
Himno: Diccionario general de la lengua española VOX
- composición poética o musical de tono solemne que representa y ensalza a una organización o un país y en cuyo honor se interpreta en actos públicos: himno estudiantil; himno olímpico; el himno de un club de fútbol; “La Marsellesa” es el himno nacional francés.
- composición poética de tono solemne que generalmente se compone para ser cantada: himno eucarístico; himno eclesiástico; el “Himno a la Alegría” de Beethoven; el nombre de las notas musicales deriva de las primeras sílabas de los versos que forman la primera estrofa del “Himno de San Juan Bautista”, compuesto por Pablo Diácono en el siglo viii.
Himnario presbiteriano
¿Cuáles son los mejores himnos antiguos?
Cantar formaba parte del culto del templo judío y posiblemente también del culto en la sinagoga. Hay indicios de que Jesús y sus discípulos cantaron, y cantar cánticos e himnos se convirtió en una característica del primitivo culto cristiano, con elementos hímnicos que podría decirse que aparecen en los textos del NT. En los Evangelios se han identificado posibles himnos en el Evangelio de Lucas y quizás en el Cuarto Evangelio.
Cánticos e himnos en la vida de Jesús
La única referencia clara a cánticos o himnos en los Evangelios se encuentra en Marcos 14:26 (Mt 26:30), donde Jesús y sus discípulos “cantaron” (hymneō) después de concluir su comida pascual. El incidente apenas se reseña en la narración: se trata de un participio circunstancial (hymnēsantes) que describe lo que hizo el grupo antes de “salieron al Monte de los Olivos”. Aunque no hay nada que nos permita afirmar lo que se cantó, la evidencia de Filón y la Misná sugiere que era costumbre acabar la comida pascual cantando. Si es un reflejo de la práctica del siglo I, entonces Jesús y sus amigos probablemente cantaron una parte o todo el Hallel (Sal 113–118) con o sin bendición. El verbo hymneō significa “cantar” o “salmodiar”, así que su interpretación de los salmos (si es eso lo que hicieron) podía haber sido un recital rítmico o algo que implicara una tonada.
Este himno después de cenar no es probable que hubiera sido la única vez que Jesús cantó. Él y sus discípulos aprendieron el himno pascual que entonaron de sus familias, con las que habían cantado himnos festivos toda su vida. Es plausible, aunque no seguro al cien por cien, que Jesús y sus seguidores había acudido a Jerusalén con motivo de una festividad al menos una vez en su vida antes del viaje que acabó con la crucifixión de Jesús.
En esas ocasiones probablemente cantaron alguno de los “salmos de ascensión” compuestos para los peregrinos que iban de camino a Jerusalén (Sal 121–122). Una vez en el templo, habrían escuchado a los levitas interpretar los salmos (Tamid 7:4). Al menos alguno de estos salmos iba acompañado de diversos instrumentos, lo que hace posible que se cantaran los salmos.
Varios salmos incluyen instrucciones para que toda la congregación cante, aplauda, grite al unísono, etcétera. Es verosímil, pues, que Jesús y sus seguidores cantaran de camino a las fiestas y durante las mismas; una vez más, probablemente aprendieron cómo hacerlo imitando a sus familias mientras crecían.
No sabemos lo suficiente acerca de la adoración en la sinagoga en el siglo I para decir si incluyó cánticos. En efecto, algunos eruditos dudan que antes de la destrucción del templo en el año 70 las sinagogas de Palestina fueran habitualmente lugares de oración y adoración. Pero según la Misná, grupos de judíos que no eran sacerdotes se reunían en sus aldeas a la hora de los sacrificios diarios, haciendo que sus oraciones coincidieran con las de los sacerdotes en el templo.
Si este pasaje representa correctamente las prácticas anteriores al año 70 A.D., entonces algunos judíos de las aldeas de Galilea oraban juntos habitualmente para imitar el culto del templo; quizás también cantaban los salmos prescritos por la misma razón.
Identificación de himnos en los Evangelios
El primitivo culto cristiano incluía cánticos (1 Cor 14:26; Ef 5:19; Col 3:16), pero solamente tenemos indicios sobre cuándo, cómo o qué cantaban. En los tres textos citados aquí, “salmo” probablemente indica que continuaron utilizando los salmos bíblicos, pero “salmo” también podía incluir poesía recién compuesta que se asemejara a un salmo.
La carta de Plinio a Trajano (112 A.D.), citando el testimonio de cristianos expracticantes, afirma que habitualmente cantaban un himno antifonal a Cristo como si fuera un dios. No es de extrañar, pues, que algunos especialistas hayan identificado tres pasajes con tintes de salmo en Lucas 1–2 y el prólogo poético y cristocéntrico del Evangelio de Juan como posibles himnos cristianos primitivos.
Habida cuenta que los escritores antiguos a menudo no indicaban dónde comenzaba o finalizaba un pasaje citado, los eruditos normalmente sostienen que un pasaje es o contiene un himno si se cumplen una o más de las siguientes condiciones:
(1) es rítmico o posee métrica
(2) emplea paralelismos característicos de los salmos
(3) su vocabulario, temas o puntos de vista teológicos son diferentes del resto de la obra.
Si el ritmo o paralelismo está presente, pero el supuesto himno encaja bien en su contexto, todavía podría tratarse de un himno, pero uno compuesto por el evangelista en lugar de citado.
Posibles himnos en Lucas
Lucas 1–2 contiene tres o cuatro pasajes que pueden haber sido himnos cristianos primitivos, aunque sus orígenes son objeto de debate. Dado que formaban parte de la liturgia cantada de la iglesia en épocas posteriores, estos poemas tradicionalmente se conocen por sus primeras palabras en latín.
El Magnificat (Lc 1:46–55), el Benedictus (Lc 1:68–79) y el Nunc Dimittis (Lc 2:29–32) se suelen identificar como himnos, mientras que el Gloria (Lc 2:14), debido a su brevedad, es más identificado como una doxología o una exclamación de alabanza.
Al igual que la mayoría que los que piensan en estos estos tres primeros pasajes como “himnos de la infancia”, tanto R. E. Brown como S. Farris sostienen que fueron compuestos primeramente en hebreo o arameo y luego traducidos al griego; junto a F. Bovon, creen que Lucas redactó estos textos preexistentes para incorporarlos al relato de la infancia. Señalan que parte del vocabulario de los himnos no aparece en ningún otro lugar de Lucas-Hechos y defienden que los himnos en algunos sentidos no cuadran con el contexto que los rodea. Otros autores que identifican estos textos como himnos (Coleridge; Green; Tannehill) entienden que forman parte integral del diseño general de Lucas para el Evangelio, con independencia de sus orígenes.
El Magnificat (Lc 1:46–55).
El Magnificat se inspira en el cántico de Ana (1 Sm 2:1–10) pero se basa en frases de todos los LXX. La respuesta de María al anuncio de Gabriel y a la palabra profética de Elisabet es un salmo del tipo que se suele identificar como himno de alabanza.
En la primera estrofa (Lc 1:46–50) la atención recae sobre las circunstancias de la propia María: “ha mirado” (Lc 1:48) es un eco de lo dicho por Gabriel (Lc 1:30), y “me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1:48) recoge las palabras de Elisabet (Lc 1:42, 45).
En la segunda estrofa María reflexiona sobre cómo el anuncio de Dios a ella será una buena nueva para algunos (los pobres, los hambrientos, los descendientes de Abraham) y juicio para otros (los orgullosos, los ricos, los poderosos). Así pues, anticipa los ministerios de Juan y Jesús, y su salmo ayuda a describirla como uno de los discípulos ideales de Jesús que aparecen en el Evangelio de Lucas.
El Benedictus (Lc 1:68–79).
El himno de Zacarías es una profecía inspirada por el Espíritu (Lc 1:67), una beraká o salmo de alabanza del tipo que comienza diciendo: “Bendito sea el Señor” (Sal 144). En vez de utilizar el paralelismo hebreo como el Magnificat, actúa afirmando un tema y luego repitiéndolo y elaborando sobre él: “cuerno de salvación” (Lc 1:69) es retomado por “conocimiento de salvación” (Lc 1:77), “redimido a su pueblo” (Lc 1:68) por “salvación de nuestros enemigos” (Lc 1:71), y así. También se divide en dos estrofas. Zacarías primero alaba a Dios por salvar a Israel de sus enemigos (Lc 1:68–73) y luego reflexiona sobre el papel que desempeña Juan en esos acontecimientos como “profeta del Altísimo” (Lc 1:74–79). Las predicciones de Zacarías sobre la salvación de Israel tienen un matiz trágico en un Evangelio que predice la destrucción del templo y el sufrimiento de Jerusalén, pero también destaca la gracia y el perdón de pecados que Dios está ofreciendo. Zacarías debería saberlo, ya que estas son sus primeras palabras en nueve meses después de quedarse mudo por haber dudado de un ángel.
El Nunc Dimittis (Lc 2:29–32).
El breve salmo de alabanza de Simeón (Lc 2:28) lo identifica como alguien que, al igual que María, Elisabet, Ana y los pastores, ve claramente y responde favorablemente a lo que Dios está haciendo a través de Jesús. Sus palabras se hacen eco y matizan los dos himnos anteriores. Como María, Simeón habla de la salvación de Dios para un esclavo, pero la extiende a todos los pueblos, judíos y gentiles.
Como Zacarías, Simeón está agradecido por la paz de Dios, pero la concibe como una muerte apacible en lugar de como una alternativa a “la sombre de muerte” (Lc 1:79). La oración de Simeón, que toma parte de su vocabulario de los cánticos del siervo de Isaías ( “luz de las naciones” Is 49:6, ), prefigura la tranquila aceptación de su muerte por parte de Jesús, quien encomienda su espíritu al cuidado de Dios (Lc 23:46).
¿Himnos en Lucas?
Los tres pasajes en cuestión son sin duda poéticos, y utilizan el paralelismo hebreo y frases familiares del AT para alabar a Dios. Los poemas son una parte integral de los dos primeros capítulos, creando resonancias y contrastes: María se fija en la misericordia de Dios sobre los pobres, y Zacarías en la salvación para Israel en general, mientras que Simeón predice luz para los gentiles. Las palabras y los hechos de Jesús en el resto de Lucas amplían y a la vez desbaratan lo que se podría predecir tras una primera lectura de los himnos. O bien Lucas los compuso o bien editó himnos preexistentes para hacerlos tan compatibles con sus propósitos.
Ninguno de los tres posee métrica; ninguno tiene líneas de una longitud más o menos similar; el Magnificat, no obstante, está construido en la tradicional forma sálmica. Lucas 1:46 da inicio al poema con un paralelismo sinónimo: el orden de la frase es verbo (“engrandece”, “se regocija”), sujeto (“mi alma”, “mi espíritu”), objeto (“al Señor”, “Dios de mi salvación”).
Lucas 1:52–53, en cambio, tiene una forma quiástica: el Señor (A) quitó de los tronos a los poderosos y (B) exaltó a los humildes; (B’) a los hambrientos colmó de bienes y (A’) a los ricos envió vacíos. La estructura no sólo contrasta “bienes” con “vacíos”, sino que también identifica “tronos” con “vacíos”.
El poema no tiene métrica, pero tampoco lo son muchos salmos. Así pues, resulta verosímil que Lucas encontrara el texto de un himno antiguo que fuera adecuado para su Evangelio, o (tal vez más plausible, dado lo mucho que concuerda con sus temas) lo compuso con el salmo de Ana como modelo tanto para que encajara con la situación de María como para que sirviera como algo que los cristianos pudieran cantar.
El Benedictus y el Nunc Dimittis son poéticos, pero ninguno tiene métrica o paralelismos habituales en su estructura. Por tanto, es menos probable que estos se compusieran para ser cantados, al menos en la forma en que los tenemos.
Posible himno en Juan
Otro pasaje evangélico que a veces se ha pensado que contenía un antiguo himno cristiano es el prólogo de Juan (Jn 1:1–18). R. Bultmann, seguido por muchos otros, propuso que la mayor parte de Juan 1:1, 3–5, 9–12b, 14, 16 era un himno compuesto originalmente por los seguidores de Juan el Bautista y más tarde comentado para que pudiera incluirse en el Evangelio. Muchos coinciden en que detrás del prólogo subyace un himno, pero discrepan de que provenga de una secta (proto-)gnóstica del Bautista.
- Haenchen, R. E. Brown y muchos otros propusieron un himno basado en textos e ideas sapienciales judíos; este tipo de teorías normalmente deja a un lado Juan 1:6–8, 15, 18 como comentarios exegéticos que no formaban parte originalmente del himno.
Quienquiera que escribiera o editara Juan 1:1–18 estaba reflexionando sobre la teología y el lenguaje de Génesis 1 al modo de Proverbios 8:22–36, donde la creación tiene lugar mediante la acción de la Sabiduría divina personificada.
Textos sapienciales judíos del Segundo Templo, como Eclesiástico 24 y Sabiduría de Salomón 6:22–10:21, desarrollan aún más la idea de luna Sabiduría divina presente en la creación y siempre disponible para los buscadores justos que aman la Torá de Dios.
El prólogo de Juan habla de “palabra” en lugar de “sabiduría”, identificando audazmente la “palabra” como Dios y luego, con la misma audacia, como Jesús. La elección de logos (“palabra”) en vez de sophia (“sabiduría”) puede que se deba en parte al uso de logos como un concepto importante en algunas filosofías grecorromanas del siglo I. Algunos estoicos, por ejemplo, concebían al logos como un principio divino presente en todo el cosmos, su primera causa, y el guía a una vida vivida de acuerdo con la naturaleza.
El uso que se hace en el prólogo es bastante diferente ( el logos estoico era impersonal), pero el uso del término para abrir el Evangelio quizás fue un intento de interpretar la historia de Jesús en términos interculturalmente significativos. Así, inspirándose en textos veterotestamentarios y en tradiciones interpretativas judías, pero manteniendo la vista puesta en el mundo en general, el autor del prólogo clara y poéticamente elaboró una explicación convincente de lo que Dios estaba haciendo en Jesús, y al hacerlo así el autor afectó a la teología cristiana posterior tanto como el que más.
¿Un himno antiguo en el Prólogo?
El supuesto himno emplea un paralelismo “escalonado”, donde la última palabra de una línea se convierte en la primera de la línea siguiente:
“palabra” (finaliza el v. 1a, comienza el v. 1b), “Dios” (finaliza el v. 1b, comienza el v. 1c [en griego]), “vida” (finaliza el v. 4a, comienza el v. 4b), “luz” (finaliza el v. 4b, comienza el v. 5a), etcétera.
Aquellos que dicen que Juan 1:1–18 incorpora un himno anterior señalan que algunas de las palabras y conceptos más importantes de este pasaje no aparecen más adelante en el Evangelio de Juan (“palabra” como título para referirse a Jesús, gracia, plenitud). Juan 1:6–9 presenta a Juan el Bautista como testigo de la luz, pero no como la verdadera luz; esto se repite en gran medida en Juan 1:19–22, como si el prólogo se hubiera añadido después de que la perícopa que presenta a Juan ya se hubiera compuesto.
Las objeciones a esta teoría señalan que incluso cuando las partes en “prosa” se separan de las partes en “verso” dispuestas en estrofas, las líneas no están equilibradas y con frecuencia no tienen métrica, y tampoco se utiliza uniformemente la forma escalonada. Así pues, algunos comentaristas hablan del prólogo como de “un poema con comentario” y consideran Juan 1:1–18 como una unidad.
El Prólogo como composición unificada.
A. Culpepper sostuvo convincentemente que todo el prólogo es un quiasmo que gira en torno a Juan 1:12b, “les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”, y que el pivote que se resalta de este modo resulta adecuado como presentación de la tesis para todo el Evangelio. Si bien es cierto que a Jesús solamente se le llama “la Palabra” en el prólogo, también es cierto que a lo largo del Evangelio de Juan Jesús se refiere frecuentemente a sus palabras como las palabras de Dios, palabras que uno debe creer para obtener la vida y la luz.
Otros temas del prólogo reaparecen más adelante en el Evangelio: por ejemplo, Jesús es la luz del mundo, a quien las tinieblas no pueden ni vencer ni comprender; él da vida; el mundo no lo conoce. El prólogo funciona como un compendio del Evangelio, invitando al lector a esperar relatos de la palabra de Dios, la gloria de Dios y la gracia de Dios.
¿Un himno en Juan?
Tal como está, el prólogo no es un himno, ni siquiera es todo él poesía. Resulta imposible decir si las secciones que sí parecen ser poesía existieron independientemente antes de la composición de Juan, o si el autor de este Evangelio compuso o editó versos de un himno para cantarlo, además de para que sirviera para presentar los temas de su libro.
Pero puesto que se puede demostrar que Juan 1:1–18 es una composición unificada que anticipa muy bien el resto del Evangelio, y dado que las secciones poéticas no siempre poseen métrica, parece más probable que el autor de Juan estuviera, como tantos profetas antes que él, haciendo que sus ideas cantaran sin llegar a componer un himno.
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