PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS
Las deducciones mediante las cuales los pensadores cristianos tratan de demostrar la existencia de Dios, o bien de proporcionar razones suficientes para creer que Dios existe.
Hay cuatro enfoques principales para demostrar que Dios existe
La demostración a posteriori:
consiste en inferir, a partir de realidades observadas, la existencia de una causa no observada de estas realidades (inferir la causa a partir de la observación de algún efecto).
La demostración a priori:
inferir a partir de la idea de Dios, que Dios existe.
Los argumentos basados en la reductio ad absurdum:
deducir la existencia de Dios argumentando que si Dios no existiera, entonces determinadas cosas, como la razón, el arte, la lógica, la conciencia, el aprecio por la belleza, el reconocimiento del mal, tampoco podrían existir.
El argumento de la mejor explicación
consistente en aportar varios argumentos que no demuestran que Dios exista, pero que nos llevan a creer que es más probable que Dios exista que la proposición contraria.
La gran mayoría de los argumentos que demuestran que Dios existe son argumentos a posteriori.
Esto no debería sorprendernos, ya que tradicionalmente los teólogos cristianos han entendido que las Escrituras enseñan que el universo observable revela la existencia de su Creador. El pasaje bíblico más importante sobre este tema es Romanos 1:19–20, donde Pablo declara que “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. De modo que no tienen excusa”. La interpretación tradicional de estos versículos es que Pablo está diciendo que todos los seres humanos son culpables de rechazar esas verdades acerca de Dios que pueden conocerse a través de la observación racional de la creación (argumentos a posteriori). Otros pasajes que se han interpretado tradicionalmente como enseñanzas de la misma verdad son el Salmo 19:1–5, Hechos 14:16–17 y Hechos 17:26–27.
Entre los ejemplos del primer enfoque (demostración a posteriori) encontramos las cinco “vías” de Tomás de Aquino, varias formas del argumento cosmológico, el argumento cosmológico Kalam, el argumento basado en la moralidad objetiva, el argumento de Agustín de la existencia de la verdad objetiva y, entre otros, el argumento basado en el diseño o el orden (que debe distinguirse del argumento teleológico de Tomás de Aquino).
En las cinco vías, Tomás de Aquino comienza con observaciones sobre la realidad: las cosas cambian; observamos series de causalidad eficiente; observamos seres contingentes; hay gradaciones de bondad, verdad y justicia; y observamos que las cosas tienden naturalmente hacia un fin. De ahí deduce, basándose en estas observaciones, la existencia de lo que todos llaman “Dios”. Así pues, Dios es el motor inmóvil; la primera causa eficiente no causada; un ser necesario; la bondad, verdad y justicia máximas; y un ser inteligente que lo encamina todo hacia su fin natural o telos.
El argumento cosmológico Kalam, expresado por primera vez por filósofos musulmanes y ahora relacionado con la figura de William Lane Craig, afirma que:
(1) todo lo que comienza a existir tiene una causa distinta de sí mismo
(2) el universo comenzó a existir; por lo tanto
(3) el universo tiene una causa distinta de sí mismo.
El tipo más popular de demostración a posteriori (que se puede encontrar en las obras de casi todos los teólogos patrísticos, medievales y de la Reforma, tiene su precedente en el sermón Pablo en Hechos 14:15–17, y todavía se usa hoy en día) es el argumento del diseño o el orden. Este argumento establece que:
(1) el universo parece estar ordenado o diseñado.
(2) si algo está ordenado o diseñado es debido a un diseñador distinto a lo ordenado o diseñado; por lo tanto
(3) el universo está ordenado o diseñado por un diseñador que no es el universo.
Francis Turretin apunta que la apariencia superficial de desorden no refuta este argumento.
El principal ejemplo del segundo enfoque, la demostración a priori, es el argumento ontológico, tal como lo encontramos en Anselmo, René Descartes y algunas de las obras de Alvin Plantinga. El argumento ontológico comienza definiendo a Dios como un ser de quien no cabe concebir alguien mayor que él. Anselmo continúa proponiendo que la existencia real es mayor que existir sólo en la mente. Es posible concebir que Dios existe independientemente de los intelectos creados, por lo tanto, Dios existe de hecho independientemente de las mentes creadas. Este argumento ha sido criticado por muchos pensadores importantes, pero todavía se considera útil en algunos círculos.
Algunos ejemplos del tercer enfoque, las deducciones por reductio ad absurdum incluyen el argumento basado en la razón, y el argumento basado en la conciencia.
El cuarto enfoque (los argumentos sobre la causa más probable) incluyen el argumento basado en el gozo o la belleza de C. S. Lewis y el argumento de la experiencia religiosa común de la humanidad de Francis Turretin.