EL PENTECOSTALISMO [2022]

EL PENTECOSTALISMO
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¿Qué es el Pentecostalismo?

El pentecostalismo es un movimiento dentro del cristianismo que se enfoca en la experiencia directa y personal del Espíritu Santo, basándose en la narrativa bíblica del día de Pentecostés, que se encuentra en el libro de los Hechos en el Nuevo Testamento.

Según esta narrativa, después de la ascensión de Jesucristo, sus discípulos fueron llenos del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, lo que les permitió hablar en lenguas desconocidas y realizar milagros.

Los pentecostales creen en la importancia de recibir el «bautismo del Espíritu Santo», que a menudo se manifiesta a través de la «glosolalia» o el hablar en lenguas. 

También creen en otros dones espirituales, como la sanidad divina, la profecía y la interpretación de lenguas.

El movimiento pentecostal comenzó a finales del siglo XIX y se expandió rápidamente en el siglo XX. Ha dado lugar a diversas denominaciones y grupos, incluyendo las Asambleas de Dios, la Iglesia de Dios en Cristo y muchas otras. 

El pentecostalismo también ha influido en otros movimientos dentro del cristianismo, como el carismatismo, que se enfoca en la renovación de los dones del Espíritu Santo en las iglesias más tradicionales.

En términos generales, el pentecostalismo valora la experiencia espiritual directa, la adoración emocional y el énfasis en la participación activa de los creyentes en los servicios religiosos. Ha tenido un impacto significativo en la vida religiosa y cultural en muchas partes del mundo.

El surgimiento y desarrollo del pentecostalismo y movimientos relacionados es, probablemente, el fenómeno histórico más significativo en el testimonio cristiano mundial después de la Reforma del siglo XVI

A mediados del siglo pasado, el obispo anglicano Leslie Newbigin calificaba a los grupos pentecostales como la “tercera fuerza” del cristianismo. 

Según él, las tres grandes ramas cristianas respondían de una manera particular y propia a la pregunta: ¿cómo somos incorporados a Cristo? La respuesta protestante era: por la palabra, es decir, por la fe. 

Los católicos romanos respondían: por los sacramentos. Los pentecostales decían: recibiendo y permaneciendo en el Espíritu Santo.

 

El pentecostalismo, entonces, pertenece a esa rama del cristianismo que coloca la experiencia personal del Espíritu Santo como señal de la condición de ser cristiano. En otro lugar he señalado:

“Mientras los católicos romanos consideran que el Espíritu Santo obra a través del sacerdote y los sacramentos, y en general los protestantes ven su manifestación a través de la Biblia, los pentecostales conciben la acción del Espíritu de manera directa sobre la experiencia personal del creyente.”

Henry P. van Dusen predecía en 1955 que la segunda mitad del siglo XX sería recordada en la historia del cristianismo como la era del cristianismo pentecostal-carismático.

Juan A. Mackay: “Lo que se conoce como el movimiento carismático—un movimiento marcado por el entusiasmo espiritual y los dones especiales, y que cruza las barreras de la cultura, la raza, la edad y la tradición eclesiástica—es profundamente importante.… En razón de que ‘no hay corazón puro que no sea apasionado y no hay virtud segura que no sea entusiasta,’ el movimiento carismático de hoy es la esperanza principal del mañana ecuménico.”

Los pentecostales y carismáticos no sólo han ejercido una enorme influencia sobre toda la cristiandad en el último siglo, sino que también han sorprendido por el creciente peso de su presencia numérica. Los pentecostales-carismáticos han sobrepasado en número a todos los demás grupos religiosos cristianos en todo el mundo. Por otro lado, a lo largo del siglo XX han sido el sector cristiano de crecimiento numérico más rápido.

En América Latina, el desarrollo del pentecostalismo y el movimiento carismático ha sido notable, ya que en pocas décadas han superado el fantástico crecimiento del protestantismo en general. De hecho, se estima hoy que alrededor del 75% de todos los cristianos protestantes en el continente son pentecostales. A nivel mundial, las iglesias locales más grandes pertenecen a la rama pentecostal-carismática del campo evangélico.

Estas afirmaciones pueden ayudarnos a sacar algunas conclusiones.

Primero, las denominaciones de mayor crecimiento en el mundo son aquellas asociadas con el movimiento pentecostal-carismático. Segundo, la familia protestante más numerosa en el mundo hoy es la constituida por el pentecostalismo clásico. Tercero, las tres congregaciones más numerosas del mundo hoy son iglesias pentecostales. Cuarto, prácticamente todas las congregaciones de todas las denominaciones tienen algunos miembros que se identifican con el movimiento carismático en mayor o menor grado. Quinto, los predicadores más destacados en los espacios radiales y televisivos pertenecen al movimiento pentecostal-carismático.

Pablo A. Deiros: “Sin tomar en cuenta sus números impresionantes o su influencia notable en el mundo religioso, es claro que el movimiento pentecostal y carismático es uno de los pocos que, habiéndose originado en los Estados Unidos, ha llegado a transformarse en una fuerza mayor más allá de las fronteras de esa nación. Por otro lado, de todas las ramas principales de la fe cristiana, es la que más rápida y efectivamente se ha indigenizado en los cuatro rincones del planeta.”

 

Los antecedentes

En esencia, el movimiento pentecostal se desarrolló como una reacción parcial al aumento del secularismo y la consiguiente disminución del avivamientismo, que siguió a la Guerra Civil en los Estados Unidos (1861–1865). El antecesor inmediato fue el movimiento perfeccionista o de santidad dentro del metodismo, que surgió como resultado de la controversia sobre la doctrina wesleyana de la santificación.

El movimiento de santidad.

El crecimiento impresionante de la Iglesia Metodista Episcopal dio a los avivamientos norteamericanos un fuerte interés por la santificación. Juan Wesley había enseñado que había una segunda bendición y obra de gracia para los creyentes. Sin embargo, nunca habló de la perfección en un sentido absoluto. Pero en base a sus enseñanzas, surgió un movimiento wesleyano de santidad, que finalmente tomó forma en 1867, con la Asociación Nacional de Campamentos para la Promoción de la Santidad. Esta búsqueda de una vida cristiana “más profunda” no estuvo restringida a los metodistas, sino que se desarrolló como un movimiento evangélico más amplio. Varios pequeños grupos de santidad salieron de la Iglesia Metodista Episcopal después de 1880. Más tarde, estos grupos constituirían la cuna del pentecostalismo.

Juan Wesley utilizó la expresión “bautismo con el Espíritu Santo”, pero la tomó como sinónimo de la conversión y no de la santificación. No obstante, su doctrina de “dos fases” proveyó el marco para la teología pentecostal del siglo XX. Los pentecostales son los herederos teológicos de Wesley. Su doctrina de la “segunda bendición” se popularizó gracias a los predicadores itinerantes Walter y Febe Palmer, entre otros. Después de 1830, la Iglesia Metodista Episcopal había dejado de insistir en la doctrina de la perfección cristiana. Líderes como Palmer, Timoteo Merritt y la Escuela de Oberlin (Ohio) jugaron un papel prominente en el desarrollo de estas ideas.

La Escuela de Oberlin (fundada en 1833) estaba integrada por congregacionalistas y presbiterianos, pero su teología era wesleyana. Es allí que se pueden encontrar las raíces históricas de la transición de una doctrina wesleyana de santificación a la del “bautismo del Espíritu Santo”. Esto es claro sobre todo en la obra de Asa Mahan (1799–1889), el primer presidente de la Escuela de Oberlin. Poco a poco, la “segunda bendición”, que en Wesley tenía su centro en Cristo, comenzó a presentarse como centrada en el Espíritu Santo. Es entonces que empezó a hablarse del “bautismo del Espíritu Santo.” Además, Wesley enfatizaba el fruto del Espíritu más que sus dones. Pero ahora había un nuevo interés por la profecía y la sanidad divina.

Donald W. Dayton, un experto mundial en pentecostalismo, considera que cada aspecto importante del movimiento pentecostal y de su teología, ya estaba presente en el movimiento de santidad de fines del siglo XIX. Salvo por el redescubrimiento del don de lenguas, el terreno estaba listo para el surgimiento del pentecostalismo. El énfasis en el Pentecostés como un acontecimiento, en los dones del Espíritu y el libro de los Hechos, preparaba el camino para que apareciera el movimiento pentecostal, con su “descubrimiento” de las lenguas como la evidencia física inicial del “bautismo del Espíritu Santo.”

Carlos G. Finney (1792–1875) jugó un papel importante al difundir las ideas que se originaron con su colega Asa Mahan. Finney combinaba el perfeccionismo wesleyano con el avivamientismo típico norteamericano. Para mediados del siglo XIX, el avivamientismo de Finney era poco menos que la religión nacional de los Estados Unidos. Wesley hizo una contribución indirecta, pero Finney es el verdadero padre del movimiento pentecostal.

Es interesante notar que tanto Finney como otros predicadores del avivamiento de santidad del siglo XIX estaban profundamente involucrados en los problemas socio-económicos de su tiempo. Sus métodos encajaban bien con la teología arminiana, con su énfasis característico sobre el papel que juega la responsabilidad humana en la salvación. El resultado fue que la mayor parte de las iglesias evangélicas estadounidenses se “arminiarizaron” durante el siglo XIX.

Otras influencias.

El así llamado “tercer gran avivamiento” (1875–1915) adoptó la teología básica y los métodos del avivamientismo norteamericano, y los usó en la evangelización de la naciente población urbana. Evangelistas bien conocidos de este período fueron Dwight L. Moody (1837–1899), Reuben A. Torrey (1856–1928) y “Billy” Sunday (1863–1935). Hubo también otras influencias, como el creciente énfasis sobre los cultos de sanidad en el movimiento de santidad.

Nombres como los de Albert B. Simpson (1843–1919), el fundador de la Alianza Cristiana y Misionera, Adoniram J. Gordon (1836–1895) y Juan Alejandro Dowie (1847–1907) están asociados a este énfasis. Hubo también influencias no wesleyanas, como el surgimiento del fundamentalismo y la tradición de santidad relacionada con las conferencias en Keswick (Inglaterra).

Reuben A. Torrey: “El bautismo con el Espíritu Santo es una operación del Espíritu Santo diferente de y subsiguiente a su obra regeneradora, [es] una impartición de poder para el servicio. [Tal experiencia era] no meramente para los apóstoles, ni meramente para aquellos de la edad apostólica, sino para ‘todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar.’ … Es para cada creyente en cada edad de la historia de la iglesia.”

El fundamentalismo se desarrolló junto con el movimiento wesleyano de santidad, como una reacción contra la decadencia moral general que siguió a la Guerra Civil, la influencia creciente del evolucionismo de Carlos R. Darwin (1809–1882) y de la alta crítica de los exégetas alemanes. Juan Nelson Darby (1800–1882), fundador de los Hermanos Libres de Inglaterra, ejerció una gran influencia en los Estados Unidos durante la década de 1870.

Darby abogaba por una restauración del cristianismo primitivo. Su enseñanza del premilenialismo dispensacionalista influyó mucho sobre el fundamentalismo, en especial a través de la versión de la Biblia de Cyrus Ingerson Scofield (1843–1921). Si bien hoy los fundamentalistas están entre los más encarnizados opositores del pentecostalismo y el movimiento carismático, el fundamentalismo fue una influencia poderosa sobre el movimiento pentecostal, particularmente en relación con la escatología y la interpretación literal de la Biblia.

En la década de 1870 también se organizaron las conferencias interdenominacionales en Keswick, al norte de Inglaterra, para promover una vida espiritual “más profunda”. El estadounidense Robert Pearsall Smith apoyó esta escuela de pensamiento y la llevó a los Estados Unidos. La misma enfatizaba la sanidad de fe, el premilenialismo y los dones del Espíritu Santo. Moody, Torrey y Simpson difundieron en los Estados Unidos las ideas de Keswick de una “segunda bendición”.

En 1887, Simpson fundó la Alianza Cristiana y Misionera, con un cuádruple evangelio: Cristo como Salvador, Sanador, Santificador y Rey que viene. Reuben A. Torrey, con su libro El bautismo con el Espíritu Santo propagó esa idea como una experiencia de capacitación para el servicio.

Según él: “El bautismo con el Espíritu Santo no es con el propósito de limpiar pecados, sino con el de capacitar para el servicio.” Torrey habló muchas veces en Keswick, al igual que Federico B. Meyer (1847–1929) y Andrés Murray (1828–1917).

En los últimos años del siglo XIX, la glosolalia persistía en pequeños grupos aislados en los Estados Unidos. En 1896 hubo un avivamiento en los montes Apalaches occidentales, en el que las lenguas fueron características. Se lo conoció como el avivamiento de Camp Creek. Este grupo—la Unión Cristiana, conducida por Ambrose J. Tomlinson (1865–1943)—produciría la iglesia pentecostal más antigua e influyente: la Iglesia de Dios (Cleveland). Un sueco, P. Lewi Pethrus (1884–1974), tuvo una experiencia del Espíritu y de glosolalia en 1902, que resultó en un ministerio pentecostal sumamente fructífero y diverso.
El avivamiento en Gales, en 1904, también influyó sobre el surgimiento del pentecostalismo.

Manifestaciones inusuales acompañaron la predicación de Evan Roberts (1878–1951), en Gales. Una de las más extrañas fue la capacidad de orar, cantar y testificar en galés por parte de personas que normalmente no podían hablar esa lengua. Las noticias de conversiones masivas en Gales animaron a muchos a reunirse en grupos para orar por un avivamiento. El gran avivamiento pentecostal de las primeras décadas de este siglo debe ser considerado en este contexto.

El nacimiento del pentecostalismo

Carl Brumback dice que la glosolalia ha estado presente en casi todos los avivamientos de cada siglo. Esto es quizás una exageración, pero sí es cierto que es posible detectarla a lo largo de la historia del cristianismo, incluso durante los siglos XVIII y XIX. A comienzos del siglo XX, la glosolalia jugó un papel importante en el surgimiento del movimiento pentecostal.

El comienzo del pentecostalismo puede remontarse a dos avivamientos en particular.

Primero, los eventos en la Escuela Bíblica Bethel en Topeka, Kansas, en 1901, que están ligados a los nombres del pastor Carlos Fox Parham (1873–1929) y su estudiante Agnes N. Ozman (1870–1937). Segundo, las reuniones en 1906 en la calle Azusa en la ciudad de Los Ángeles, California, relacionadas al ministerio del evangelista afroamericano Guillermo J. Seymour (1870–1922).

PENTECOSTALISMO

Carlos F. Parham era un predicador avivamientista metodista ligado a la tradición del movimiento de santidad. En octubre de 1900 comenzó una pequeña escuela bíblica en Topeka. Él y sus estudiantes comenzaron a escudriñar las Escrituras buscando explicaciones de cosas tales como la conversión, la sanidad y la segunda venida. El bautismo del Espíritu Santo y la evidencia del mismo resultaron ser puntos de gran debate. Parham tuvo que salir para realizar cultos en Kansas City, y dejó a los estudiantes que continuaran con la investigación.

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Los eventos en Topeka, Kansas.

Al regresar el 31 de diciembre de 1900, se encontró con que cuarenta estudiantes habían llegado a la conclusión de que el don de lenguas era una evidencia incontrovertible del bautismo del Espíritu Santo. 

En el culto de medianoche, una de las estudiantes, Agnes Ozman, pidió a los demás que le impusieran sus manos para ser llena con el Espíritu Santo. 

Hecho esto, Parham cuenta que parecía haber un halo alrededor de su rostro. Ella, entonces, comenzó a hablar “en chino”, según se entendió en el momento, y no pudo hablar en inglés por tres días. 

Un estudiante tras otro recibió el “bautismo” y se dice que hablaron en varios idiomas diferentes (xenolalia). Parham cerró la escuela y con sus estudiantes predicó el nuevo mensaje por todo el estado de Missouri y Texas.

La importancia de estos sucesos no radica en el don de lenguas en sí mismo, ya que se conocían varios casos así. Lo novedoso fue que Parham hacía una distinción entre el bautismo del Espíritu Santo y la santificación o “segunda bendición”. 

Se trataba, pues, de una tercera experiencia, que equipaba a los creyentes para el servicio. Un agregado interesante era que ahora él podía estar seguro de haber recibido el bautismo del Espíritu, dado que las lenguas eran la señal física inicial y la evidencia de ello.

Al principio, este mensaje no fue bien recibido.

Parham viajó por todo Kansas, Missouri y Texas tratando de convencer a otros de la autenticidad de la experiencia vivida. Sólo en 1905, en Texas, la gente aceptó su “evangelio completo” en números significativos. Parham comenzó una escuela bíblica en Houston, Texas, desde donde su enseñanza llegó a la congregación de la calle Azusa, en Los Ángeles, California.

Los eventos en Azusa, Los Ángeles.

El predicador bautista afroamericano Guillermo Seymour, asociado al movimiento de santidad, asistió a la escuela bíblica de Parham y se nutrió de la nueva doctrina. 

Una mujer afroamericana de Los Ángeles, que visitó Texas, llevó las nuevas del bautismo del Espíritu y las lenguas a su pequeña misión de santidad entre los afroamericanos en California. 

Éstos invitaron a Seymour para predicar. El 1 de abril de 1906, Seymour predicó sobre Hechos 2, pero fue excluido de la pequeña congregación porque había asociado el don de lenguas con el bautismo del Espíritu Santo. 

Como buenos wesleyanos que eran, estos creyentes asociaban el bautismo espiritual con la santificación. En una reunión de oración el día 9 de abril en su hogar, Seymour mismo y varios otros recibieron el don de lenguas. El interés y la curiosidad crecieron inmediatamente y a un grado extremo.

Las personas se sentían “energizadas” por el poder del Espíritu y literalmente se caían al piso desde sus asientos. Personas caucásicas comenzaron a unirse al grupo de afroamericanos. Lenguas y otras manifestaciones comenzaron a ocurrir. 

El grupo se mudó a un templo metodista abandonado en la calle Azusa 312, que había servido como establo y que pronto se transformó en el foco de un avivamiento impresionante. Las noticias corrieron rápidamente por todo el país e incluso en el extranjero.

Por lo general, se toma a este pequeño y humilde lugar de reunión, más que a la escuela bíblica de Topeka, como el lugar de nacimiento del movimiento pentecostal. Algunos incluso han llegado a hablar de una “Jerusalén americana”. 

Las diferencias entre el nuevo movimiento y las doctrinas de santidad se propagaron desde aquí. Más de veinte denominaciones pentecostales, incluyendo la muy conocida Asambleas de Dios, remontan su origen al avivamiento de la calle Azusa.

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El desarrollo del pentecostalismo

La glosolalia.

El “movimiento de las lenguas”, como se lo llamó al principio, pronto cayó bajo la crítica. El evangelista Torrey—que estaba asociado a la doctrina de santidad característica de las conferencias Keswick y era parte integral de todo el movimiento avivamientista—no aceptaba las lenguas como evidencia inicial del bautismo del Espíritu Santo. 

Los fundamentalistas advertían en contra del mismo. Algunos de los grupos de santidad eran muy cautelosos. 

Líderes como Alma White (1862–1946), de la Iglesia Columna de Fuego, consideraban que las lenguas estaban asociadas con la posesión demoníaca. Ella misma las llamaba “jerigonza satánica”.

Frente a todo esto, los grupos de santidad tuvieron que fijar su posición respecto a la glosolalia, que pregonaban los pentecostales. 

La Iglesia Pentecostal de Santidad optó por el “evangelio completo” o la posición pentecostal clásica. A. J. Tomlinton, líder de la Iglesia de Dios (Cleveland), habló en lenguas gracias a la ministración de Gastón B. Cashwell (1862–1916), de la Iglesia Pentecostal de Santidad, y su numeroso grupo se unió al movimiento pentecostal. Cashwell fue también el instrumento para integrar al rebaño pentecostal a José H. King (1869–1946) y su Iglesia de Santidad Bautizados por Fuego.

pentecostalismo

Otro líder afroamericano, Carlos H. Mason (1866–1961), rompió con su anterior colega C. P. Jones debido a la cuestión de las lenguas y estableció la Iglesia de Dios Pentecostal, en Menfis, Tennessee. 

Este grupo ha crecido mucho entre los afroamericanos en los estados sureños de los Estados Unidos. Además, es una de las denominaciones pentecostales norteamericanas más grandes en la actualidad.

Muchos creyentes que comenzaron a hablar en lenguas fueron rechazados por sus iglesias.

Uno de los grupos de santidad más grandes, la Alianza Cristiana y Misionera, se encontró en un dilema respecto a la enseñanza que venía de la calle Azusa, en 1907. Después de un prolongado debate, A. B. Simpson fijó su posición: “No lo busques, no lo prohibas.” Simpson aceptó la glosolalia como legítima, pero no estaba de acuerdo con que era la señal del bautismo del Espíritu Santo.

Según él, podía ser una señal, pero no consideraba como bíblico enseñar que una manifestación especial era la única evidencia del bautismo espiritual, como si todos los que no hablaban en lenguas no hubiesen recibido el Espíritu. 

Este concepto moderado no encontró aprobación general, por lo que muchas congregaciones y predicadores dejaron la Alianza y terminaron por engrosar el liderazgo de las Asambleas de Dios, cuando ésta se constituyó como denominación independiente en 1914.

Varios pequeños grupos de santidad se combinaron para formar la Iglesia Pentecostal del Nazareno, en 1908. Pero rechazaron la idea de que las lenguas eran una señal del bautismo del Espíritu. 

El término “pentecostal”, con su preponderante y rígido apego al “movimiento de las lenguas”, llegó a ser un problema para estos grupos, por lo que lo borraron de su nombre oficial en 1919. 

Teólogos nazarenos, como W. T. Purkiser, enseñaron que las lenguas de 1 Corintios 12–14 son idiomas comunes pero no conocidos por la congregación, y que en consecuencia deben ser traducidos para su beneficio por el predicador mismo o por algún otro.

Este tipo de exégesis ha tenido sus antecedentes en la historia del cristianismo, especialmente a lo largo de la Edad Media. Otros que siguieron la decisión no-pentecostal o anti-pentecostal de los nazarenos fueron el Ejército de Salvación, los metodistas wesleyanos, los metodistas libres y la Iglesia Peregrina de Santidad.

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Impacto sobre otras denominaciones.

A medida que el movimiento pentecostal fue creciendo, muchos que no tenían un trasfondo wesleyano o de santidad (como la línea de las conferencias Keswick) se le unieron. 

La mayoría eran bautistas con una comprensión reformada (calvinista) de la santificación. Según ellos, la santificación era un proceso y no un evento puntual. Como muchos pentecostales, aceptaban que la gracia operaba en la vida del creyente de dos maneras: 

primero, en el nuevo nacimiento y luego como una llenura del Espíritu Santo, con las lenguas como señal, a fin de capacitar para el servicio.

Este concepto estuvo representado por Guillermo H. Durham (1843–1912), un bautista que tuvo una experiencia de tipo pentecostal. 

Durham visitó a los líderes de la calle Azusa, pero rechazó como no bíblica su doctrina wesleyana de “la erradicación del pecado interior.” 

Consideraba también que esto era contrario a la experiencia, dado que la “vieja naturaleza” muchas veces aparece después de una crisis de santificación. En una cruzada pentecostal en Chicago en 1910, se opuso a esta doctrina y abogó por la “obra terminada del Calvario.”

Decía que el convertido o la persona nacida de nuevo era salvado por el único y todo suficiente acto redentor de Dios, y que no era válido enseñar, como lo hacían los grupos de santidad, que sólo el ser humano “exterior” era purificado por la regeneración y que el ser humano “interior” debía ser purificado por un segundo paso que erradicaba completamente el pecado interior. 

Durham incluso predicó su mensaje en la calle Azusa, hasta que Seymour lo echó del edificio. Parham consideraba que las acciones de Durham eran de inspiración satánica.

Los conceptos de Durham triunfaron después de algunos años y fueron aceptados por muchos grupos pequeños, que todavía no se habían organizado como denominaciones. 

Esta enseñanza de corte reformado (calvinista) sobre la santificación llevó también a muchas de las iglesias establecidas a asumir una posición más tolerante hacia el movimiento pentecostal, y muchos más miembros de estas denominaciones se sintieron libres para enrolarse en los grupos pentecostales o identificarse con sus doctrinas y prácticas.

Las denominaciones pentecostales.

Al principio, los nuevos grupos pentecostales no tenían interés en formar nuevas denominaciones. Pero la confusión y la desunión predominantes llegaron a un punto crítico en el que comenzó a sentirse la necesidad de estructuras más sólidas. 

Sólo en los Estados Unidos, entre 1895 y 1925, surgieron treinta y ocho denominaciones de corte pentecostal, fuera de un gran número de congregaciones independientes. 

Parham comenzó el Movimiento Apostólico de Fe. La Iglesia Pentecostal de Santidad se formó en 1911, a partir de pequeños grupos de santidad que se habían hecho pentecostales.

Los grupos pentecostales sureños, en su mayoría integrados por afroamericanos y de un trasfondo de santidad, continuaron considerando el bautismo del Espíritu como una tercera bendición. Pero la mayoría de las iglesias pentecostales que se formaron después de 1911 aceptaron el concepto de Durham en cuanto a la “obra terminada del Calvario.”

Este fue el caso con las Asambleas de Dios, denominación que se estableció en 1914 en Hot Springs, Arkansas. 

Esta fue la denominación pentecostal más grande fuera de la tradición wesleyana. Las Asambleas mantuvieron una forma independiente de gobierno eclesiástico, tal vez porque muchos de sus líderes tenían un trasfondo bautista o presbiteriano, como el de la Alianza Cristiana y Misionera, fundada por Simpson. 

Otras denominaciones, como la Iglesia de Dios, retuvieron la organización centralizada de la tradición metodista.

Apenas se había aquietado la comunidad pentecostal después de la controversia sobre la “obra terminada”, cuando se presentó un nuevo problema con el surgimiento del debate sobre “sólo Jesús”. 

En un campamento pentecostal en Los Ángeles, en 1913, algunos llegaron a la convicción de que el único bautismo válido era el efectuado en el hombre de Jesús (Hechos 2:38). 

Varios de estos creyentes fueron rebautizados y así comenzó a cuestionarse la doctrina de la Trinidad. Frank J. Ewart (1876–1947) empezó a enseñar que “Padre” y “Espíritu Santo” eran títulos cuyo fin era expresar otros aspectos de la persona de Jesús.

Estas personas veían a la doctrina de la Trinidad como una herejía católica romana. Ewart y su “convertido” Glenn A. Cook (1867–1948), comenzaron a esparcir esta nueva doctrina entre los pentecostales y causaron una gran confusión en la recién establecida denominación de las Asambleas de Dios. 

El punto de vista trinitario triunfó en la reunión del Concilio General de St. Louis, en 1916. Los que sostenían el concepto de “sólo Jesús” crearon una variedad de pequeñas nuevas denominaciones. En 1945 se unieron en la Iglesia Pentecostal Unida.

Alrededor de un 25 por ciento de los pentecostales en los Estados Unidos se identificó con esta postura “unitaria”. Teológicamente hablando, estos pentecostales provienen de la tradición de Keswick y de influencias reformadas con respecto a la santificación, más que de los grupos pentecostales de trasfondo wesleyano.

Crecimiento, oposición y expansión.

Las iglesias pentecostales experimentaron un crecimiento extraordinario en las primeras décadas del siglo XX. Uno de los personajes más pintorescos fue Aimee Semple McPherson (1890–1944).

Después de tres años en las Asambleas, formó su propia Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular, en Los Ángeles, en 1923. 

Su nombre estaba siempre en los diarios, ligado a conflictos y escándalos. Más tarde, los Faros del Evangelio se separaron de su iglesia.

Durante las décadas de 1920 y 1930, el movimiento pentecostal creció de manera más estable y mejoró su organización, pero los problemas continuaron emergiendo y dieron lugar a nuevos cismas menores. 

Algunos fueron el resultado de normas morales rígidas y de una hermenéutica fundamentalista con relación al divorcio y a la manera de vestir. 

La Iglesia Pentecostal de Santidad del Bautismo de Fuego se separó durante los años de 1930 por el uso de corbatas en el día domingo.

El enfoque pentecostal de la teología era básicamente evangélico y fundamentalista. No obstante, los fundamentalistas los rechazaron. 

Más tarde, durante el desarrollo del movimiento carismático, llama la atención que las iglesias más críticas del concepto pentecostal en cuanto a las lenguas y los dones, fueron también las iglesias evangélicas más conservadoras y fundamentalistas. 

Esto se puede explicar en parte por su proximidad teológica y su acuerdo en muchos aspectos. Estas controversias fueron casi como una especie de guerra civil. 

Otro factor fue que los grupos conservadores estaban más preocupados por cuestiones de dogma, mientras que las grandes iglesias protestantes más liberales, que aceptaron al movimiento carismático sin mayores problemas, eran más libres y tolerantes.

La conferencia de Fundamentalistas Norteamericanos en Chicago, en 1928, rechazó de plano al movimiento pentecostal y lo calificó como una amenaza para la iglesia. 

Tanto la glosolalia como las sanidades “fanáticas”, descritas como “sanidad general en la expiación”, fueron rechazadas. L. D. Hart indica al año 1932 como el punto de culminación del período de formación del pentecostalismo clásico.

Con el correr del tiempo, las iglesias no pentecostales se hicieron menos hostiles, al punto que, cuando en 1943 se constituyó la Asociación Nacional de Evangélicos, en Chicago, los pentecostales estuvieron bien representados. La mayoría de las grandes iglesias o denominaciones pentecostales de los Estados Unidos se han unido a la Asociación.

El movimiento pentecostal se ha esparcido por todo el mundo.

Un pastor metodista noruego, Tomás B. Barratt (1862–1940), de visita en los Estados Unidos, tuvo una experiencia pentecostal después de haber oído acerca del avivamiento en Los Ángeles. Llevó el movimiento pentecostal al norte de Europa y también apoyó al sueco Pethrus en su ministerio. 

Los dos levantaron enormes iglesias pentecostales en Oslo y Estocolmo. Barratt—que había nacido en Inglaterra—fue también invitado al norte de su país, donde transplantó el avivamiento de la calle Azusa, patrocinado por algunos anglicanos y apoyado con simpatía por el movimiento de Keswick.

Las noticias del movimiento de Oslo trajeron a Noruega al líder de la Sociedad Alemana de Santidad (Gnadauerverband), el pastor Janathan A. A. Paul (1853–1931), quien en 1907 se convirtió al pentecostalismo. Paul procuró el apoyo de su movimiento para la práctica de la glosolalia. 

Pero incluso su idea de que las lenguas en sí mismas no eran una señal del bautismo del Espíritu, sino que más bien tal señal debía ser el fruto del Espíritu, no pudo impedir que la Gnadauerverband lo expulsara a él y a sus seguidores. En 1909 comenzaron su propia comunidad, la Mühlheimer Gemeinschaft.

El 15 de setiembre de 1909, cincuenta y seis integrantes de la Gnadauerverband publicaron una declaración en Berlín (“Die Berliner Erklärung”), rechazando de plano todo el movimiento como demoníaco. 

Fenómenos “odiosos”, como la plenitud del Espíritu, gritos, temblores y carcajadas eran atribuidos a un “espíritu falso”. Algunos hechos en Kassel en particular parecían haber provocado la reacción. No se hizo nada por ser comprensivo o tolerante. 

El llamado era a un rechazo total del movimiento pentecostal “demoníaco”, que se había esparcido gracias al “espíritu mentiroso” de Los Ángeles. La reacción en Alemania fue más enérgica que en cualquier otro país, y como consecuencia de este rechazo total, quedó frustrada toda posibilidad de un avivamiento pentecostal en Alemania.

En 1906 hubo un surgimiento espontáneo de lenguas en Mukti, India, y el movimiento se vio reforzado por misioneros pentecostales provenientes de Estados Unidos e Inglaterra. Ya en 1909 el mensaje pentecostal había alcanzado a China y a Corea. 

En razón de que el movimiento pentecostal fue misionero desde un principio, pronto se plantaron iglesias en todos los continentes. 

En 1910 comenzó un fuerte movimiento pentecostal en Chile, bajo el liderazgo del pastor metodista Willis C. Hoover (1858–1936), y que culminó con la constitución de la Iglesia Metodista Pentecostal. 

En Brasil, el movimiento pentecostal surgió casi simultáneamente en el seno de comunidades presbiterianas y bautistas.

En 1910, el ítaloamericano Luis Francescón (1866–1964) llegó a San Pablo y terminó separándose de los presbiterianos para fundar la Congregación Cristiana del Brasil. 

Otro grupo pentecostal importante en Brasil es el de las Asambleas de Dios. Esta denominación comenzó con las labores de dos norteamericanos de origen sueco: Daniel Berg (1884–1963) y Adolf Gunnar Vingren (1879–1933). 

En 1910 se separaron de los bautistas y terminaron fundando la denominación más numerosa de Brasil y de América Latina. En México, el pentecostalismo data desde 1921, cuando llegó al país Cesáreo Burciaga (n. 1889), quien fundó la primera iglesia de las Asambleas de Dios. El desarrollo del pentecostalismo latinoamericano se verá con más detalles en el próximo volumen de esta serie.

 

Relaciones internacionales.

En 1911, en Noruega, Barratt había comenzado a insistir en la necesidad de tener una organización pentecostal internacional. Pero la Federación Pentecostal Mundial recién se reunió por primera vez en Zurich, Suiza, en 1947. Estas conferencias tienen lugar cada tres años.

Estimulados por las reuniones internacionales, los norteamericanos comenzaron con su propia federación pentecostal. Para 1949, ésta comprendía catorce denominaciones, que incluían a las Asambleas de Dios, la Iglesia de Dios, la Iglesia Pentecostal de Santidad, la Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular y la Iglesia Regular de la Biblia Abierta. 

Las iglesias pentecostales afroamericanas, los pentecostales unitarios y la facción de Tomlinson de la Iglesia de Dios (Cleveland) no se unieron a la Federación.

Todas estas denominaciones pentecostales, consideradas colectivamente, han sido consideradas como la “Primera Ola” del movimiento pentecostal o de renovación del Espíritu en el siglo XX. En los Estados Unidos, los pentecostales generalmente denominan a todo el cuerpo de estas denominaciones con la expresión inclusiva de “Pentecostalismo Clásico”, para distinguirlo de los subsiguientes movimientos pentecostales o carismáticos en las denominaciones no pentecostales.

El movimiento carismático

Uno de los fenómenos más significativos en la vida de las iglesias cristianas en todo el mundo en la segunda mitad del siglo XX, ha sido el surgimiento y la rápida expansión del movimiento carismático y el neopentecostalismo en todas las principales denominaciones. 

Fue a comienzos de los años de 1960 que ciertas expresiones y prácticas, que hasta entonces sólo se asociaban con grupos pentecostales, comenzaron a manifestarse con frecuencia creciente en iglesias históricas, como la Católica Romana, Luterana, Episcopal y en otras denominaciones, como bautistas, metodistas, presbiterianos, hermanos libres, etc. 

Hacia mediados de esa década ya era evidente que el movimiento había alcanzado a pastores y congregaciones de diversas denominaciones evangélicas en todo el mundo. Es interesante notar que fenómenos como el hablar en lenguas, curaciones milagrosas, profecías y la presunta experiencia del bautismo del Espíritu Santo tenían lugar cuando el pentecostalismo estaba desarrollándose en forma arrolladora en Asia, África y América Latina.

Antecedentes históricos.

En 1960, la atención pública de los cristianos en los Estados Unidos, y a través de los medios masivos, en todo el mundo occidental, se vio atraída por la aparición dramática de la glosolalia en un contexto insospechado: una iglesia episcopal en Van Nuys, California. Según la opinión generalizada, éste fue el momento del nacimiento del movimiento carismático. 

No obstante, es conveniente prestar atención a algunos antecedentes históricos, relacionados con tres organizaciones de carácter transdenominacional o para-eclesiástico, junto con algunos otros movimientos y ministerios.

Campañas de sanidad.

Dos evangelistas de masas se destacaron en esto: William M. Branham (1909–1965) y G. Oral Roberts (1918–2009). Sus ministerios hicieron que muchos miles de creyentes pertenecientes al protestantismo histórico tomaran conciencia de la dimensión sobrenatural de la fe cristiana. 

Si bien muchos de los enfermos no fueron sanados, y la prensa no dejó de levantar acusaciones de trucos y falsedad, es cierto que ocurrieron verdaderas curaciones milagrosas. 

Esto creó un cierto clima. Oral Roberts en particular fue sensible a las necesidades de los creyentes que tenían un trasfondo no pentecostal.

Roberts notó que se daba un gradual aumento en el número de personas de nivel socio-económico alto que concurrían a sus reuniones. En consecuencia, comenzó a concentrar su ministerio en estos creyentes provenientes de iglesias más tradicionales.

David E. Harrell: “Ningún hombre midió el pulso del avivamiento carismático emergente con más astucia que Oral Roberts.… Más que ningún otro evangelista carismático, Roberts puso su marca sobre el movimiento neopentecostal, que surgió del avivamiento de sanidad.”

Junto con el mensaje de la sanidad divina, Roberts predicó la llenura del Espíritu Santo. Cuando dejó la Iglesia Pentecostal de Santidad, en 1968, y se unió a la Iglesia Metodista Unida, esto completó su movimiento de la esfera pentecostal a la carismática. 

El clímax de las campañas de sanidad llegó hacia fines de la década de 1940 y comienzos de la de 1950. Estas campañas fueron muy importantes como elementos que prepararon el terreno para las experiencias que habrían de surgir a partir de comienzos de la década de 1960.

Federación Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo. Esta organización fue fundada en 1951 y dirigida por Demos Shakarian (1913–1993). La familia Shakarian estaba ligada a lo ocurrido en la calle Azusa, en Los Ángeles. 

En lo teológico, la FIHNEC era una organización pentecostal, que consideraba a Jesús como Salvador, Bautizador en el Espíritu, Sanador y Rey que vuelve. La Federación no pretendía organizar nuevas iglesias, pero operaba como agencia de servicio para las existentes.

Su membresía era internacional, si bien hubo un cierto alejamiento entre el grupo europeo, dirigido por Adolf Guggenbühl, y las oficinas centrales en Los Ángeles. La Federación logró establecer un puente efectivo entre los pentecostales y las iglesias tradicionales, y apoyó fuertemente el ministerio de Oral Roberts. 

Como movimiento conducido totalmente por laicos, la Federación ha desarrollado cierta resistencia al clericalismo creciente dentro de las iglesias pentecostales más grandes.

David E. Harrell: “La organización que comenzó primero a poner orden en el nuevo avivamiento carismático, y que, en compañía con Roberts, llegó a guiarlo en los años de 1960, fue la Full Gospel Business Men’s Fellowship International. La Federación se desarrolló naturalmente como resultado de los avivamientos masivos de la posguerrra, que habían unificado a los líderes del pentecostalismo de todo el mundo.”

La contribución de otros líderes.

David J. du Plessis (1905–1987), dinámico líder pentecostal sudafricano, considerado como “Mr. Pentecost”, llevó el mensaje pentecostal por todo el mundo, a partir de 1951. Du Plessis pudo acceder a las más importantes instituciones teológicas de los Estados Unidos y habló ante el Concilio Misionero Internacional y el Concilio Mundial de Iglesias.

Esto hizo que las Asambleas de Dios lo expulsaran y no lo restituyeran hasta 1980. Du Plessis le prestó un buen servicio a la renovación de las denominaciones tradicionales, al insistir en que aquellos creyentes que habían tenido una experiencia carismática no abandonaran sus iglesias.

 También los animó a no imitar el estilo de las iglesias pentecostales, sino a enriquecer espiritualmente su propia tradición eclesiástica.

David R. Wilkerson (1931–2011), a través de su libro La cruz y el puñal, y Juan L. Sherrill (n. 1923), con su obra Hablan en otras lenguas, fueron leídos por millones de cristianos en todo el mundo. 

Sus testimonios, presentados en un lenguaje bien popular, fueron traducidos a numerosos idiomas y vendidos por millares de copias. Los programas televisivos de Oral Roberts y los auspiciados por la Federación de Hombres de Negocios, junto con el Club PTL y la Christian Broadcasting Network (CBN) ayudaron a crear un clima general favorable a la rápida expansión del movimiento carismático.

Por otro lado, la versión religiosa de la contracultura de los años de 1960, el Movimiento de Jesús (Jesus Movement), fue también otro factor favorable. Si bien el movimiento carismático era algo anterior, ambos se desarrollaron paralelamente. 

Muchos de los seguidores del Movimiento de Jesús eran carismáticos. Este movimiento fue una rebelión contra la falta de autenticidad en los valores establecidos de la sociedad pequeño-burguesa estadounidense, y un síntoma de la rebelión más amplia en contra del capitalismo norteamericano y la guerra en Vietnam, que caracterizaron a la juventud urbana de Estados Unidos hacia fines de la década de 1960. Al principio, muchos confundieron el movimiento carismático con este fenómeno juvenil de moda, y lo consideraron como algo pasajero. Sin embargo, se equivocaron.

Nacimiento.

La primera vez que el nuevo movimiento atrajo la atención pública fue en 1960, cuando el pastor Dennis Bennett (1917–1991), líder de la Iglesia Episcopal San Marcos, en Van Nuys, California, renunció a su cargo. 

Bennett hizo esto para evitar que se produjera una división en su congregación a causa de la práctica del don de lenguas, ejercida por él y algunos de los miembros de su iglesia.

Bennett relató su propia experiencia personal en su libro A las nueve de la mañana. El título se refiere a Hechos 2:15, cuando Pedro descalificó la acusación de la gente de que los discípulos que hablaban en lenguas estaban borrachos, ya que apenas era la tercera hora del día, es decir, las nueve de la mañana. 

Lo interesante en cuanto a la experiencia de Bennett es que, según él, la glosolalia no necesariamente era motivo para que se alejara de su denominación.

En un sermón predicado el 3 de abril de 1960, le contó a la congregación su experiencia carismática. Algunos reaccionaron de manera favorable, pero otros, en su mayoría oficiales de la iglesia, pusieron el grito en el cielo y le pidieron a Bennett que renunciara como párroco. 

Su carta de despedida declara con énfasis que no tenía intención de dejar la iglesia episcopal y pedía a todos los miembros de San Marcos que siguieran fieles a ella. Pero esta actitud, en lugar de aliviar la tensión, resultó ser más bien la primera manifestación pública de un movimiento que se había venido gestando en privado desde mediados de la década de los años de 1950. En general, se considera la experiencia de Van Nuys como el comienzo histórico del movimiento carismático.

Bennett comenzó entonces a servir como párroco en la Iglesia Episcopal San Lucas, en Seattle, Washington. Revistas tan populares como Time y Newsweek difundieron por todo el mundo lo ocurrido en Van Nuys, y muchas personas que habían pasado por experiencias similares se sintieron animadas a contar lo que habían vivido. Así, pues, pronto se conocieron informes de experiencias similares en otras iglesias no pentecostales, los que hasta entonces se habían mantenido en silencio o suprimidos, quizás porque se estaba en dudas acerca de la legitimidad de la experiencia, o porque se temía la censura por parte de la denominación correspondiente.

Uno de los miembros de la iglesia de Van Nuys, que había hablado en lenguas, era Jean Stone (n. 1924). Con el apoyo financiero de su esposo ella organizó la Bendita Sociedad Trinitaria, con el propósito de propagar el movimiento carismático, en especial a través de la revista Trinity. El nombre “Trinity” significaba que la obra de la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, debía recibir una mejor y mayor atención, pero siempre dentro del marco de la tradición eclesiástica trinitaria.

Desarrollo.

En la zona de Los Ángeles, el movimiento creció rápidamente. Ralph A. Wilkerson (n. 1927), del Centro Cristiano Melodyland, comenzó a involucrarse y lo mismo hicieron algunas iglesias luteranas y presbiterianas. Después de 1966, cuando dejó de existir la Bendita Sociedad Trinitaria, el Centro Cristiano Melodyland de Ralph Wilkerson en Anaheim, California, pasó a ser el foco del movimiento en ese estado. Así, a partir de la década de 1960, esta moderna “renovación carismática”, como gustaban llamarla sus líderes, se expandió mucho más allá del ámbito de las iglesias pentecostales.

Es así que comenzó a aparecer entre los episcopales, presbiterianos, metodistas, bautistas, luteranos, y más tarde incluso también entre los católicos romanos y los ortodoxos orientales. A pesar de las advertencias de las autoridades eclesiásticas y de la remoción de algunos pastores de sus cargos, el movimiento fue creciendo en influencia y en número en casi todas las denominaciones cristianas.

Un gran estímulo para el movimiento fue su ingreso a ciertos círculos académicos de mucho prestigio en los Estados Unidos. En octubre de 1961 se produjo en la Universidad de Yale un avivamiento de corte pentecostal, durante el cual diecinueve estudiantes y un miembro del cuerpo docente manifestaron haber recibido el bautismo del Espíritu Santo. Desde Yale, el movimiento se extendió al Colegio de Dartmouth, a la Universidad de Sandford e incluso al Seminario Teológico de Princeton—el principal centro del presbiterianismo en los Estados Unidos—y a otras universidades por todo el país.

Richard Quebedeaux: “Cuatro años después de sus inicios, el neopentecostalismo era un movimiento religioso claramente reconocible, que afectaba tanto a clérigos como a laicos, a estudiantes y profesionales, a hombres y mujeres, en la Iglesia Episcopal y casi en todas las denominaciones protestantes históricas en los Estados Unidos.”

El movimiento continuó expandiéndose en la década siguiente.

Se alcanzó un cierto clímax con la conferencia masiva de julio de 1977, en el Arrowhead Stadium en Kansas City, Missouri, cuando se congregaron 50.000 personas. Nuevas agrupaciones denominacionales de carismáticos se reunieron en esa ocasión: católicos romanos, bautistas, metodistas, luteranos, presbiterianos y miembros de la Iglesia Reformada, episcopales, menonitas, pentecostales y judíos mesiánicos.

Al principio, hubo un fuerte énfasis en cuanto a la glosolalia, tanto que la gente hablaba de un “movimiento de lenguas”. Las sanidades sobrenaturales fueron también parte importante de las experiencias que se vivían. Otro elemento interesante, en particular desde los años de 1970, fue el desarrollo ecuménico. Lo que las iglesias liberales habían tratado de lograr durante décadas, el movimiento carismático parecía conseguirlo de un día para el otro de manera espontánea. Católicos romanos y bautistas adoraban juntos y activaban en los mismos grupos de oración, unidos por una experiencia carismática común. Comenzaron a llevarse a cabo varias conferencias carismáticas denominacionales e interdenominacionales a nivel regional, nacional e internacional. Junto con los grupos de oración y las conferencias carismáticas surgieron también comunidades carismáticas.

Expansión.

La revista Trinity de Jean Stone sembró las semillas del movimiento en Gran Bretaña, junto con las visitas de Frank Maguire, “Larry” Christenson (n. 1928) y David du Plessis. Michael C. Harper (n. 1931) se transformó en el líder de los carismáticos en Inglaterra, al fundar la organización Fountain Trust en 1964 y editar la revista Renewal en 1966. Hacia mediados de la década de 1960, reforzado por una visita de Dennis Bennett y una gran conferencia de la Federación de Hombres de Negocio en Londres (ambas en 1965), el movimiento carismático ganó enorme influencia en Gran Bretaña. Rápidamente se esparció a otras partes del mundo de habla inglesa: Canadá, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. En Alemania el movimiento se desarrolló independientemente del pentecostalismo. La renovación alemana produjo teólogos de nivel, como Arnoldo Bittlinger (n. 1928) y Heriberto Mühlen (n. 1927). El movimiento llegó también a los Países Bajos y a Escandinavia.

En América Latina su impacto ha sido mayor que en África, pero de todos modos ha crecido notablemente, especialmente en el seno de la Iglesia Católica Romana. En algunos casos, el movimiento carismático ha llevado a la formación de denominaciones carismáticas, que generalmente se han dado el nombre de “comunidad cristiana”.

La Tercera Ola

Se designa como “tercera ola” al movimiento de renovación y crecimiento de la iglesia llevado a cabo por cristianos evangélicos y otros que, no relacionados directamente con el pentecostalismo o el movimiento carismático han vivido una experiencia de llenura del Espíritu Santo o se sienten energizados o empoderados por él para llevar a cabo la misión. Generalmente, estos creyentes ponen un fuerte énfasis sobre un ministerio sobrenatural y milagroso, pero no necesariamente reconocen la necesidad del bautismo del Espíritu Santo como una experiencia posterior a la conversión.

Las congregaciones pertenecientes a la “tercera ola” se caracterizan también por la práctica de los dones del Espíritu Santo, pero no enfatizan las lenguas, que son consideradas como opcionales y que a veces no ocurren con frecuencia. Son frecuentes las señales y prodigios (especialmente caídas, risa y embriaguez espiritual, temblor, etc.), los milagros, los encuentros de poder, mapeo espiritual y ministerios de liberación. De todos modos, estas congregaciones procuran permanecer dentro de sus tradiciones denominacionales históricas, de orientación no pentecostal y, en consecuencia, no se identifican como pentecostales o carismáticas. Todo este proceso comenzó a desarrollarse a partir de la década de 1980.

En numerosos países, la “tercera ola” presenta fenómenos pentecostales y carismáticos, pero los combina con un rechazo de la terminología propiamente pentecostal. Por ejemplo, el “bautismo del Espíritu Santo” es denominado como “llenura del Espíritu Santo”. Hay también un énfasis menor en desarrollar una organización eclesiástica diferente de la denominación propia y en separarse de ella para formar una agrupación renovada. Estos creyentes, en grado creciente, son identificados por su propio liderazgo como la “Tercera Ola” de la renovación experimentada en el curso del siglo XX. Uno de los exponentes y propulsores de este tipo de renovación ha sido C. Peter Wagner (n. 1930).

Después de servir como misionero en Bolivia, Wagner comenzó su carrera docente como sucesor de Donald A. McGavran en la Escuela de Misiones Mundiales del Seminario Teológico Fuller, en Pasadena, California (1971). Sus clases, conferencias internacionales y especialmente sus múltiples libros promovieron el desarrollo de la “tercera ola” de renovación. Sus temas favoritos han sido señales y prodigios, oración de poder, guerra espiritual, nuevo paradigma apostólico, entre otros. A él se debe la acuñación de la expresión “tercera ola” para describir a los evangélicos no carismáticos que creen que las señales y prodigios del Espíritu Santo acompañarán a la proclamación del evangelio.

La posición de Wagner como una autoridad en el crecimiento de la iglesia en todo el mundo, y que muchas veces ha destacado el crecimiento de los pentecostales y carismáticos, puede remontarse a su propio trabajo en América latina, sus investigaciones, viajes frecuentes y abundantes publicaciones.

C. Peter Wagner: “Veo en los años de 1980 una apertura de los evangélicos tradicionales y otros cristianos a la obra sobrenatural del Espíritu Santo, que han experimentado los pentecostales y carismáticos, pero sin hacerse pentecostales o carismáticos.… Yo no me veo a mí mismo como pentecostal ni como carismático.… Soy congregacionalista. Mi iglesia no es una iglesia carismática, si bien algunos de nuestros miembros son carismáticos.… Sin embargo, nuestra iglesia está más y más abierta a la misma manera en que el Espíritu Santo obra entre los carismáticos.… Queremos pensar que lo estamos haciendo de una manera congregacionalista; no lo estamos haciendo de una manera carismática. Pero estamos obteniendo los mismos resultados. Yo mismo tengo varias diferencias teológicas mayores con los pentecostales y carismáticos, que no frustran ningún tipo de ministerio común, pero que impiden decir que soy un carismático.”

Características de la Tercera Ola

1. La creencia en que el bautismo del Espíritu Santo ocurre con la conversión (1 Corintios 12:13), en lugar de ser una segunda obra de gracia subsiguiente al nuevo nacimiento.

2. La expectativa de múltiples llenuras del Espíritu Santo subsiguientes al nuevo nacimiento, algunas de las cuales pueden parecerse mucho a lo que otros llaman “bautismo en el Espíritu Santo”.

3. Una aceptación balanceada de las lenguas como uno de los muchos dones espirituales del Nuevo Testamento, que Dios da a algunos creyentes y no a todos. El hablar en lenguas no es considerado como la validación física inicial de una cierta experiencia espiritual, sino más bien como un don utilizado por algunos creyentes como lenguaje profético o para la oración.

4. El ministerio bajo el poder y la unción del Espíritu Santo como la puerta de entrada a la tercera ola, más que como una experiencia espiritual como es típica de las primeras dos olas. El contexto del ministerio es generalmente un cuerpo de creyentes más que las actividades individuales, como las de un sanador de fe.

5. La preocupación por las divisiones, que lleva a sus partidarios a evitar todo tipo de provocación en conductas como levantar las manos en la adoración, hablar en lenguas en público, la manera de orar por los enfermos y otros aspectos, que se dejan a un lado con tal de mantener la armonía con aquellos que no pertenecen a la “tercera ola”. Expresiones como “carismático” o “lleno del Espíritu” son evitadas o rechazadas porque tienden a discriminar a quienes no viven el tipo de experiencias espirituales que la “tercera ola” acepta.

El pentecostalismo histórico – El pentecostalismo unicitario

 

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